sábado, 15 de junio de 2013

De Wisconsin en 1929 a España en 2013

Abril de 1929,  Estados Unidos está a punto de entrar en  la  gran depresión.  En Wisconsin,  la America profunda,  lejos del glamour de Nueva York  o Boston, la universidad acaba de contratar a John Van Vleck, que luego recibiría el premio Nobel de física por sus estudios sobre magnetismo y le ofrece, como parte de su "start-up" package, un concepto que no se puede ni traducir al español,   la posibilidad de invitar a un colega europeo una vez al año.   ¿Quien fue el primer invitado de Van Vleck?. Nada menos Paul Dirac, un brillantísimo y jovencísimo profesor de Cambridge, que ocupaba la  cátedra Lucasiana, sucediendo a Larmor,  Stokes, así hasta llegar a  Isaac Newton.

En 1927 Dirac había publicado la teoría que unificaba la mecánica cuántica y la relatividad, abriendo así la puerta a la siguiente etapa en la cascada de revoluciones intelectuales que transformaron la física durante el siglo XX y nos llevaron a comprender la estructura de la materia, y le valieron a   Dirac el premio Nobel  en 1933.

¿Cómo atrajo una Universidad de la America profunda, a punto de entrar en  la gran depresión, al joven profesor de Cambridge que ocupaba la prestigiosa Lucasian chair?. Wisconsin no es Princeton o MIT, donde en los años 20 empezaba a nuclearse la incipiente física norteamericana, y por supuesto, no es Berlín, Viena, Leipzig o Zurich, donde estaban Einstein, Schrodinger, Heisenberg, y Pauli.  Posiblemente un sueldo de 1800 dólares al mes, del año 29, tuviesen la culpa.   El ambiente de Wisconsin, y la personalidad de Dirac, se adivinan a través de una divertidísima entrevista en la prensa local.  Y no olvidemos que en 1929 el viaje de Cambridge a Wisconsin suponía navegar el atlántico y  luego viajar por tierra unos 1500 kilómetros.

¿Tuvo algún efecto positivo la visita de una eminencia de Cambridge, la universidad indiscutiblemente puntera en la que se habían descubierto el electrón, y posteriormente  el neutrón y la estructura de doble hélice del ADN,  en una Universidad de la América profunda?. Resulta que  uno de los estudiantes que recibió clases de Paul Dirac fue John Bardeen, que habría de recibir dos premios Nobel de Física años más tarde, por la invención del transistor y por la teoría de la supercoductividad.  Tal y como relata una excelente biografía de Bardeen,   "True Genius", de Lilian Hoddeson y Vicky Daitch , Bardeen tomó el curso de Mecánica Cuántica que impartió Dirac durante las 6 semanas que permaneció en Wisconsin.

Dirac aprovechó su estancia para avanzar en la escritura de su libro "The Principles of Quantum Mechanics" que ha servido para que varias generaciones de físicos, hasta llegar a nuestros días, aprendamos mecánica cuántica.  Sin este aprendizaje, Bardeen no podría haber inventado el transistor,  la piedra angular de la revolución electrónica.   Por tanto,  la presencia de Dirac en Wisconsin en 1929 nos enseña como los Estados Unidos de América estaban invirtiendo para su  futuro y sentando las bases del desarrollo de la  mayor revolución tecnológica de la historia, que les permite casi un siglo más tarde seguir siendo la principal potencia económica y que ha cambiado la vida de miles de millones de personas.

Volvamos ahora a España en 2013.  En España estamos pasando nuestra gran depresión y no sabemos cuando terminará.  Si hiciésemos  las cosas bien, en alguna Universidad de la España profunda, que a estos efectos es toda España, podríamos tener al John Bardeen español recibiendo clases del Dirac de 2013,   y dentro de 20 años ese español estaría inventando el transistor del siglo XXI, y montando así el Silicon Valley. Para eso, habría que apostar por el futuro,  y alguna de nuestras 50 Universidades debería pensar en  invertir unas pocas decenas de miles de euros en atraer 6 semanas  a alguno  de los mejores profesores del mundo.  Seguramente no sea tan fácil, pero no puedo dejar de pensar que Wisconsin en 1929 era un escenario realmente aun más  inverosímil para el encuentro de Dirac y Bardeen.


3 comentarios:

  1. Creo que esos Jhons eran más bien Johns, ¿no? Pero me encantan las historietas que cuentas en tu blog...

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  2. Ja ja, es verdad, ya me vale. ¿De qué me sonará a mi lo de Jhon?.

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  3. Joaquín, grandísima entrada. Te propongo que cambies el título por "Tangibles" y se lo envíes a nuestro Ministro y Secretaria de Estado. No es coña.

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