sábado, 28 de marzo de 2020

Políticos, periodistas, científicos y "la ciencia".

La crisis del  COVID19  ha puesto en el centro del escenario a este trío heterogéneo que formamos científicos, periodistas y políticos, y esas palabras en boca de todos, "la ciencia".   Hace ya algún tiempo me vino a la cabeza que periodistas  y científicos no podemos ser más diferentes.  En general, un científico está obsesionado con la verdad, es experto en un tema muy específico, y tras trabajar meses, o incluso años en un tema, escribe un artículo con un lenguaje obscuro que únicamente leen expertos y que sacrifica la estética en aras de la precisión.  Un periodista está obsesionado con atraer lectores,  trata una gama amplísima de temas lo que le impide profundizar, y tiene que escribir un artículos con mucha frecuencia, sacrificando precisión en favor de la narrativa.

¿Cómo encajan los políticos en este esquema?   Cuando yo era joven,  había muchas personas que habían abandonado temporalmente su profesión para meterse en política. Gentes con oficio y beneficio que durante unos años arrimaban el hombro, aportaban su conocimiento, y se beneficiaban de las indudables ventajas de la profesión.  Ahora muchos  de nuestros políticos no saben hacer otra cosa que ser político, y esto se reduce al arte de no perder su trabajo, ya que de pederlo no tendrían donde caerse muertos, o volverían a puestos de funcionario mucho peor retribuidos.

Los políticos deberían  poder conservar su trabajo si lo hacen bien.  Hace unos años eso era relativamente sencillo. En un país con pocas carreteras, pocos hospitales, pocas universidades y pocos aeropuertos, cualquiera de esas inversiones era una apuesta segura para desarrollar el país.  En algún momento,  hace 15 o 20 años,   dejó de ser una verdad automática que  en España cualquier inversión fuera una mejora. Así  proliferaron  rotondas, auditorios de música imposibles de llenar,  líneas de alta velocidad sin trenes,   parques científicos fantasma e incluso aparecieron aeropuertos de uso peatonal.

El ingenio humano no tiene límite y los políticos descubrieron que también podrían conservar su trabajo simplemente si convencen a la gente de que lo hacen bien, aunque lo hagan bastante mal.  En ese esquema,  es esencial que los  periodistas, que son los que le cuentan a la gente cómo van las cosas, cooperen en la estafa.   Esto no lo hacen por que sean  espontáneamente  mala gente, sino por   supervivencia: son  los políticos los que condicionan y determinan las fuentes de ingresos de los medios,  a través de publicidad institucional,  las regulaciones legales y la concesión de licencias.

La manipulación llega lejos, pero tiene un límite. Ya vimos que cuando las cosas van tan mal que tienes 6 millones de parados, le bajas el sueldo a 4 millones de funcionarios y le congelas la paga  a 8 millones de pensionistas,  no hay relato que valga y te vas a la calle.   Supongo que nuestros políticos estarán preocupados por cómo se va a tomar la sociedad española que seamos uno de los dos o tres países del mundo con más muertos por la COVID19.   El espectáculo de ver todos los medios alineados con la agenda de los políticos de uno y otro bando es realmente incompatible con la idea de que esos medios están preocupados por investigar e informar.  En palabras del tuitero  @JosudeMiguel1, tenemos un sistema comunicativo que "no informa, sino que relata. Que no investiga, sino que asevera. Que no fiscaliza, sino que participa del poder".

Es en este contexto donde los científicos, elevados a una posición que en su momento ocupó la Iglesia, nos hemos convertido en los nuevos  chamanes de la tribu.  Se me ponen los pelos como escarpias cada vez que escucho la frase "lo dice la ciencia".      Queridos lectores: "la ciencia" no existe.  Existimos los científicos y el método científico. Este último es la gran aportación a la historia de la humanidad: el uso de experimentos, observaciones  y deducciones matemáticas  para intentar distinguir  entre lo verdadero y lo falso.

A pesar de todo el brillo del método científico  y  el progreso que nos ha traído,  cuando salimos a un plató de televisión,   o en redes sociales,   nos podemos fiar de los científicos en la misma medida en la que te puedes fiar de políticos y  periodistas.   Aunque muchos somos funcionarios y no tememos por nuestro puesto de trabajo,   nuestra capacidad de desarrollar nuestra pasión por investigar depende en exclusiva de que tengamos  financiación  para ello. Y ésta  es, por regla general,  de origen público, y por tanto está en manos de los políticos.  O sea, que los científicos  tenemos incentivos perversos,  igual que políticos y periodistas.

Por tanto, cuando en los próximos meses salgan  científicos a apuntalar la versión que encaje en la agenda de los políticos, desconfiad de ellos tanto como desconfiáis de políticos y periodistas.  Preguntad  si  esos científicos están   informando, y no relatando,  si están  investigando, y no aseverando,  y si están  fiscalizando al poder, o si por el contrario, forman  parte de él.

viernes, 20 de marzo de 2020

Organismo de prevención y gestión de catástrofes

En esta entrada quiero esbozar una serie de medidas que creo que todos los países deberían adoptar para mitigar el efecto de futuros brotes epidémicos.  La lógica de todo lo que viene a continuación es la misma que motiva  que todos los países disponen de un Ministerio de Defensa, un ejército y un presupuesto militar, para estar preparados para una eventual conflicto bélico que, afortunadamente, no ocurre casi nunca.

Vaya por delante que no tengo experiencia en nada de lo que aquí propongo,  y que mi especialidad es la física teórica. Seguro que hay gente más cualificada. Me atrevo a escribir estas líneas viendo lo bajo que está el listón y lo rematadamente mal que han hecho las cosas. Estas son mis propuestas, seguro que se pueden mejorar:
  1.  Creación de un organismo, con rango ministerial o de  Secretaría de Estado,  que se encargue de la prevención y la gestión de catástrofes. El organismo de prevención y gestión de catástrofes (OPGC)   tendrá competencias exclusivas,  sin transferir competencias a las CCAA, para asegurar la unidad de acción y para implementar  todas las medidas que se enumeran a continuación. La exclusividad permitirá además evitar la duplicidad o multiplicidad del gasto sin sacar nada a cambio: tener 17 consejerías de sanidad no nos ha valido de gran cosa para tomar a tiempo medidas contra  el COVID19.
  2. Creación y gestión por parte del OPGC  de un arsenal de emergencia, es decir de un stock de material sanitario (equipos de protección integral, material desinfectante), distribuido en varios depósitos a lo largo del territorio nacional, y debidamente custodiado (quizá en las instalaciones del ejército).  La   previsiones legales relativas a  este arsenal serán la misma que las del arsenal militar.
  3. Creación de un cuerpo de reservistas médicos y personal sanitario, constituido por todo el personal sanitario en activo, el personal sanitario en formación (a partir de 3 or 4 año de grado), y personal retirado menor de 75  años. El OPGC mantendrá una base de datos actualizada que permitirá la rápida movilización de este cuerpo de reservistas.
  4. El OPGC  emitirá con carácter mensual un informe sobre el nivel de seguridad mundial, teniendo en cuenta la existencia de brotes epidémicos y su evolución. Este informe será elevado al Consejo de Ministros, a la Unión Europea, a los países limítrofes,  y a todas las comunidades autónomas, que deberán responder con un acuse de recibo firmado por los gobiernos en pleno. Este acuse de recibo será publicado en la web del OPGC. Así, los responsables políticos no podrán aducir ignorancia.
  5. El informe  mensual  del OPGC tendrá una parte de carácter no confidencial que será publicada en la web del organismo y enviada a todos los medios de comunicación, estableciendo niveles de alerta, de forma parecida al protocolo existente con alertas terroristas. Así, los medios de comunicación no podrán decir que "no podíamos saber". 
  6. La red de hospitales y centros de salud públicos y privados reportará al OPGC de forma periódica (¿anual?) sobre la disponibilidad de camas y de unidades de cuidados intensivos. Así, el OPGC dispondrá de información actualizada de la capacidad de respuesta y de su distribución geográfica. 
  7. Cuando el OPGC establezca un nivel de alerta alto, el gobierno implementará el correspondiente Estado de Alarma, siguiendo para ello la legislación vigente, y con  las debidas garantías que  impidan que se coarten  los derechos individuales de forma injustificada.
  8. Redacción de una Ley de Alertas que permita, con las debidas garantías, la implementación eficaz del aislamiento de la población. Esto incluirá el uso obligatorio de teléfonos móviles con herramientas de geolocalización y toma de temperatura, y la creación de herramientas de inteligencia artificial para el análisis masivo de datos que permitan combatir una epidemia letal.
  9. Obligatoriedad de incluir  geo-localizadores en coches y motos, y su activación obligatoria cuando entre en vigor el Estado de Alarma.  A mí me asusta el Gran Hermano más que a nadie, pero me da más miedo que estemos expuestos a pandemias y que mi vida sea amenazada por el individualismo garrulo y la ignorancia rampante de los más tontos de la clase.  
  10. El OPGC establecerá una  jerarquía de niveles de alerta que regulan la prohibición automática, implementada en una ley de carácter estatal a tal efecto,  de eventos que reúnan a un número determinado de personas.
  11. Se establecerán sanciones , incluyendo privación de libertad y fuertes multas,  a los infractores de las medidas que el OPGC establezca, y que queden recogidas en la legislación que se habrá de redactar a tal efecto.
  12. Todos las instituciones públicas y todas las empresas con más de 50 empleados deberán elaborar un plan de contingencia en caso de catástrofe, dar formación a sus empleados, y tener un stock de material de protección propio, debidamente inventariado por el OPGC y activar el tele-trabajo.
  13. Todas las CCAA deberán desarrollar un plan de contingencia para impartir clases on-line en caso de cierre de centros educativos.  Este plan debería incluir el uso de canales de televisión  online para impartir clases.
  14. Se incluirá en los planes de estudios de  educación conceptos básicos de higiene personal, epidemias, contagios,  uso de mascarillas y guantes, y toda la jerga que estamos aprendiendo estos días, muy a nuestro pesar.
  15. Se destinará, por ley, un 5% de cada euro empleado en inversiones en Defensa a la investigación  científica en temas relacionados con epidemias, gestión de catástrofes, y  temas afines. Un 5% parece poco, pero es que Defensa invirtió  más de 2800 millones de euros en 2018.    Si le inyectan un 5% de eso, o sea,  140M€ al I+D español,  les aseguro que lo vamos a notar. 
El coste económico de todas estas medidas es relativamente barato, sobre todo si lo comparamos con el paquete de doscientos mil millones de euros que acaba de aprobar el gobierno. El carácter excepcional de las crisis, que con la debida prevención podrían evitarse completamente si se toman medidas a tiempo,  hacen asumible la limitación temporal y justificada de ciertas libertades. 

Por supuesto, escribo estas líneas con la ventaja enorme de conocer las consecuencias dramáticas de lo que ahora nos parece una imprevisión inaceptable. Precisamente porque ahora sabemos, es necesario adoptar políticas que impidan que se repita el infierno por el que están pasando  nuestro personal sanitario,  nuestros ancianos y personas vulnerables, cajeros de supermercados y de bancos,  soldados, policías y    limpiadores.

El crecimiento de la población y la  rápida interconexión  de todo el planeta, a través del intercambio de viajeros y mercancías,  hacen previsible que brotes víricos parecidos puedan volver a repetirse. Hay que estar preparados.  Ya lo decía Bill Gates hace 5 años, y no le hicimos ni caso. 

martes, 17 de marzo de 2020

El COVID19 como cisne negro.

Retomo el blog para intentar sacar algo bueno de la espantosa situación que está generando el COVID19.  Alguien dijo que nunca nada es un fracaso absoluto ya que siempre puede ser utilizado como contraejemplo. En este post pretendo usar el COVID19 para  ilustrar el concepto de "cisne negro", propuesto por el pensador Nassim Taleb en su obra homónima de 2007  como un ingrediente esencial para entender la vida, la historia y los mercados financieros.

Según Taleb un cisne negro es un hecho altamente improbable,  que es incluso considerado imposible, y que cuanto finalmente tiene lugar, trastoca de forma irreversible y dramática el estado del sistema en el que tiene lugar.  Ejemplos de cisnes negros sería la emergencia de la vida en la tierra, o más recientemente, los atentados del 11S de 2001 en  los EEUU,  o  el comienzo de la primera Guerra Mundial, o el crack de la bola de 1929.  No todos los cisnes negros son de carácter negativo.  Por ejemplo,  descubrimiento del grafeno, contravenía uno de los dogmas de la ciencia de materiales, la inexistencia de materiales bidimensionales.

El origen de la expresión  es el siguiente.  Hasta el primer avistamiento de un cisne de color negro por  parte de un europeo, todos los cisnes eran blancos.  Bastó un simple hecho,  considerado imposible hasta ese momento, para cambiar radicalmente la concepción sobre ese tema. En general, los ejemplos de cisne negro tienen consecuencias con mucho más calado que un mero cambio en nuestros conocimientos de zoología.


Volviendo al COVID19, ¿qué probabilidad había de que un único evento, la transmisión de un corona virus a los humanos,  tuviera lugar?  Aunque han tenido lugar  varios brotes  víricos   que guardan similitud en las últimas décadas,  el COVID19 no es algo que ocurra todas las semanas. 

¿Qué impacto tiene el COVID19? Aun es demasiado pronto para hacer un resumen, pero a fecha de hoy ya podemos afirmar que el COVID19 va a causar miles de muertos en todo el mundo, va a  impactar a la economía mundial en forma de estancamiento o de recesión.   El COVID 19 ya ha dado lugar a la cancelación de multitud de congresos científicos, eventos deportivos, ferias de comercio, el aplazamiento de elecciones en varios países.  El COVID 19 ha  generado el  aislamiento de millones de personas en sus casas, el tele-trabajo y la tele-escuela.

El COVID19 nos obliga a todos a ensayar nuevas formas de trabajar, de vivir, de comprar y de relacionarnos. Es muy probable que, cuando hayamos pasado este desafío,   muchas empresas, organizaciones y gobiernos fomenten con mucha mayor intensidad el tele-trabajo.  La globalización y la política de fronteras más o menos transparentes  serán también cuestionadas.  También es posible, y ciertamente deseable, que la sociedad se prepare para otras crisis similares, dado que  seguiremos estando expuestos a que un brote vírico en una ciudad que no sabíamos que existía acabe llegando en 3 meses al salón de tu casa.  La aldea global también era esto.