Primer Acto : el Ministerio de Educación, o como se llame ahora, hace pública la convocatoria de la evaluación de los sexenios, con fecha límite a final de Diciembre, y con plazo de resolución de 6 meses. Hasta aquí, bussiness as usual.
Segundo Acto: el Ministerio de Educación anuncia en el BOE del 14 de Junio la "imposibilidad previsible" de tener listas las evaluaciones en el plazo de 6 meses, un fracaso en la gestión del cuál no recuerdo antecedentes desde que se pusiera en marcha el programa hace ya más de 20 años. Como consecuencia de su fracaso gestor, el Ministerio anuncia la extensión del plazo de evaluación por 6 meses más.
Tercer Acto: el 19 de Junio, o sea, 3 días laborables después del segundo acto, el ministerio me notifica el resultado (positivo) de la evaluación de mi tercer sexenio, dentro del plazo establecido en la convocatoria inicial, sin necesidad de hacer uso, al menos en mi caso, de la prórroga de 6 meses.
Se cierra el telón.
El público, aturdido y confuso, se hace las siguientes preguntas:
1) ¿Cómo ha resuelto la Secretaría de Estado los problemas logísticos que describía el BOE hace unos días?
2) ¿Cómo hay que interpretar el hecho de que la secuencia de "BOE anuncia retraso de 6 meses que no tiene después lugar" ya la hemos visto antes, en otro ministerio, en relación con el Programa Ramón y Cajal?.
A todo esto, es 19 de Junio de 2013, y si no estoy equivocado, la convocatoria de proyectos de investigación que deberían empezar dentro de 6 meses todavía no se ha lanzado, acumulando así 6 meses de retraso con respecto al calendario habitual. Igualmente, los fondos relativos a los proyectos ya evaluados y ya concedidos, que empezaron oficialmente a comienzos de 2013, siguen sin ser puestos a disposición de los investigadores. Y la resolución del programa Juan de la Cierva sigue sin salir.
En el caso de que alguna secretaria de Estado de las concernidas por el contenido de este blog me esté leyendo, pongo en su conocimiento que, según la RAE, "Dimitir" no es un nombre ruso (según google, el copyright de esta frase es para Jordi Ebole).
miércoles, 19 de junio de 2013
sábado, 15 de junio de 2013
De Wisconsin en 1929 a España en 2013
Abril de 1929, Estados Unidos está a punto de entrar en la gran depresión. En Wisconsin, la America profunda, lejos del glamour de Nueva York o Boston, la universidad acaba de contratar a John Van Vleck, que luego recibiría el premio Nobel de física por sus estudios sobre magnetismo y le ofrece, como parte de su "start-up" package, un concepto que no se puede ni traducir al español, la posibilidad de invitar a un colega europeo una vez al año. ¿Quien fue el primer invitado de Van Vleck?. Nada menos Paul Dirac, un brillantísimo y jovencísimo profesor de Cambridge, que ocupaba la cátedra Lucasiana, sucediendo a Larmor, Stokes, así hasta llegar a Isaac Newton.
En 1927 Dirac había publicado la teoría que unificaba la mecánica cuántica y la relatividad, abriendo así la puerta a la siguiente etapa en la cascada de revoluciones intelectuales que transformaron la física durante el siglo XX y nos llevaron a comprender la estructura de la materia, y le valieron a Dirac el premio Nobel en 1933.
¿Cómo atrajo una Universidad de la America profunda, a punto de entrar en la gran depresión, al joven profesor de Cambridge que ocupaba la prestigiosa Lucasian chair?. Wisconsin no es Princeton o MIT, donde en los años 20 empezaba a nuclearse la incipiente física norteamericana, y por supuesto, no es Berlín, Viena, Leipzig o Zurich, donde estaban Einstein, Schrodinger, Heisenberg, y Pauli. Posiblemente un sueldo de 1800 dólares al mes, del año 29, tuviesen la culpa. El ambiente de Wisconsin, y la personalidad de Dirac, se adivinan a través de una divertidísima entrevista en la prensa local. Y no olvidemos que en 1929 el viaje de Cambridge a Wisconsin suponía navegar el atlántico y luego viajar por tierra unos 1500 kilómetros.
¿Tuvo algún efecto positivo la visita de una eminencia de Cambridge, la universidad indiscutiblemente puntera en la que se habían descubierto el electrón, y posteriormente el neutrón y la estructura de doble hélice del ADN, en una Universidad de la América profunda?. Resulta que uno de los estudiantes que recibió clases de Paul Dirac fue John Bardeen, que habría de recibir dos premios Nobel de Física años más tarde, por la invención del transistor y por la teoría de la supercoductividad. Tal y como relata una excelente biografía de Bardeen, "True Genius", de Lilian Hoddeson y Vicky Daitch , Bardeen tomó el curso de Mecánica Cuántica que impartió Dirac durante las 6 semanas que permaneció en Wisconsin.
Dirac aprovechó su estancia para avanzar en la escritura de su libro "The Principles of Quantum Mechanics" que ha servido para que varias generaciones de físicos, hasta llegar a nuestros días, aprendamos mecánica cuántica. Sin este aprendizaje, Bardeen no podría haber inventado el transistor, la piedra angular de la revolución electrónica. Por tanto, la presencia de Dirac en Wisconsin en 1929 nos enseña como los Estados Unidos de América estaban invirtiendo para su futuro y sentando las bases del desarrollo de la mayor revolución tecnológica de la historia, que les permite casi un siglo más tarde seguir siendo la principal potencia económica y que ha cambiado la vida de miles de millones de personas.
Volvamos ahora a España en 2013. En España estamos pasando nuestra gran depresión y no sabemos cuando terminará. Si hiciésemos las cosas bien, en alguna Universidad de la España profunda, que a estos efectos es toda España, podríamos tener al John Bardeen español recibiendo clases del Dirac de 2013, y dentro de 20 años ese español estaría inventando el transistor del siglo XXI, y montando así el Silicon Valley. Para eso, habría que apostar por el futuro, y alguna de nuestras 50 Universidades debería pensar en invertir unas pocas decenas de miles de euros en atraer 6 semanas a alguno de los mejores profesores del mundo. Seguramente no sea tan fácil, pero no puedo dejar de pensar que Wisconsin en 1929 era un escenario realmente aun más inverosímil para el encuentro de Dirac y Bardeen.
En 1927 Dirac había publicado la teoría que unificaba la mecánica cuántica y la relatividad, abriendo así la puerta a la siguiente etapa en la cascada de revoluciones intelectuales que transformaron la física durante el siglo XX y nos llevaron a comprender la estructura de la materia, y le valieron a Dirac el premio Nobel en 1933.
¿Cómo atrajo una Universidad de la America profunda, a punto de entrar en la gran depresión, al joven profesor de Cambridge que ocupaba la prestigiosa Lucasian chair?. Wisconsin no es Princeton o MIT, donde en los años 20 empezaba a nuclearse la incipiente física norteamericana, y por supuesto, no es Berlín, Viena, Leipzig o Zurich, donde estaban Einstein, Schrodinger, Heisenberg, y Pauli. Posiblemente un sueldo de 1800 dólares al mes, del año 29, tuviesen la culpa. El ambiente de Wisconsin, y la personalidad de Dirac, se adivinan a través de una divertidísima entrevista en la prensa local. Y no olvidemos que en 1929 el viaje de Cambridge a Wisconsin suponía navegar el atlántico y luego viajar por tierra unos 1500 kilómetros.
¿Tuvo algún efecto positivo la visita de una eminencia de Cambridge, la universidad indiscutiblemente puntera en la que se habían descubierto el electrón, y posteriormente el neutrón y la estructura de doble hélice del ADN, en una Universidad de la América profunda?. Resulta que uno de los estudiantes que recibió clases de Paul Dirac fue John Bardeen, que habría de recibir dos premios Nobel de Física años más tarde, por la invención del transistor y por la teoría de la supercoductividad. Tal y como relata una excelente biografía de Bardeen, "True Genius", de Lilian Hoddeson y Vicky Daitch , Bardeen tomó el curso de Mecánica Cuántica que impartió Dirac durante las 6 semanas que permaneció en Wisconsin.
Dirac aprovechó su estancia para avanzar en la escritura de su libro "The Principles of Quantum Mechanics" que ha servido para que varias generaciones de físicos, hasta llegar a nuestros días, aprendamos mecánica cuántica. Sin este aprendizaje, Bardeen no podría haber inventado el transistor, la piedra angular de la revolución electrónica. Por tanto, la presencia de Dirac en Wisconsin en 1929 nos enseña como los Estados Unidos de América estaban invirtiendo para su futuro y sentando las bases del desarrollo de la mayor revolución tecnológica de la historia, que les permite casi un siglo más tarde seguir siendo la principal potencia económica y que ha cambiado la vida de miles de millones de personas.
Volvamos ahora a España en 2013. En España estamos pasando nuestra gran depresión y no sabemos cuando terminará. Si hiciésemos las cosas bien, en alguna Universidad de la España profunda, que a estos efectos es toda España, podríamos tener al John Bardeen español recibiendo clases del Dirac de 2013, y dentro de 20 años ese español estaría inventando el transistor del siglo XXI, y montando así el Silicon Valley. Para eso, habría que apostar por el futuro, y alguna de nuestras 50 Universidades debería pensar en invertir unas pocas decenas de miles de euros en atraer 6 semanas a alguno de los mejores profesores del mundo. Seguramente no sea tan fácil, pero no puedo dejar de pensar que Wisconsin en 1929 era un escenario realmente aun más inverosímil para el encuentro de Dirac y Bardeen.
martes, 11 de junio de 2013
Desbordados, arruinados, o mintiendo.
Me acaba de llegar una notificación sobre resultado de la evaluación de mi tercer sexenio. La petición la hice en diciembre de 2012. Me dieron para ello un plazo de 4 semanas, que acababa el 30 de diciembre o así. La notificación no es el resultado de la evaluación, sino un nuevo alarde de lo que esta administración es capaz, o mejor dicho, incapaz de hacer. La Secretaria de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades, Montserrat Gomendio Kindelán, amplía el plazo para resolver sobre los sexenios hasta el 30 de noviembre, es decir, 6 meses más.
Transcribo el texto del BOE:
"...
A mayor abundamiento, se subraya que el procedimiento de evaluación precisa personal especializado para realizar la tramitación informática y administrativa de las solicitudes que se reciben dentro del plazo establecido. Estas solicitudes, con toda la prolija documentación que debe acompañarse, representan la productividad científica de todo el profesorado funcionario (SIC) de las universidades españolas y del personal investigador funcionario funcionarios del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
En definitiva, este procedimiento supone la gestión de un número elevado de solicitudes
cuyo tratamiento requiere conocer la multiplicidad y variedad de la documentación que
aportan los solicitantes en apoyo de sus solicitudes. En esta última convocatoria, además, se ha registrado un notable incremento en el número de solicitudes respecto a anteriores convocatorias; así, se han recibido un total de 10.328 solicitudes, mientras que el año 2011 se registraron 8.171. En estos momentos, la CNEAI no dispone de los recursos humanos suficientes para atender la evaluación de este volumen de solicitudes.
Los mencionados elementos, entre otros, han provocado que los trabajos correspondientes a la convocatoria en curso se hayan demorado, lo que hace previsible la imposibilidad de cumplir el plazo máximo de resolución fijado, que finalizaría el 30 de junio. ".
De este texto se pueden sacar dos conclusiones irrebatibles
1) O bien la Secretaria de Estado está mal informada, o bien nos miente. La evaluación se hace sobre, como mucho, un sexto del profesorado universitario, no sobre su totalidad. De hecho, 10328 profesores son muchos menos que un sexto del número total.
2) La Secretaria de Estado afirma que la CNEAI ha sido incapaz de gestionar en el plazo habitual una convocatoria que se lleva realizando ya 3 décadas. Antes que ella han pasado por su puesto no menos de 10 Secretarios de Estado, y nunca habían tenido que ampliar el plazo para evaluar los puñeteros sexenios.
Mal informada o mintiendo, y certificando en el BOE una incapacidad de gestionar el "bread and butter" de la gestión ordinaria de su negociado, son razones suficientes para presentar la dimisión, o para que te echen. Pero aquí no dimite nadie, ni se echa a nadie. En España se puede ser un incompetente, estar en la inopia, o mentir y seguir en el puesto sin ningún problema.
Finalmente, lo que realmente me cabrea es la constatación de que la única explicación racional a este retraso es que la administración está pelada de dinero, y se ahorrarán así unos millones que no tienen, y que en lugar de salir a explicarle a la nación la situación y a pedir nuestra ayuda y nuestra comprensión, nos cuentan mentiras en el mismísimo BOE. Somos un pueblo menor de edad mental al que se prefiere mentir a informar. Y para ello se está dispuesto a mentir en el mismísimo Boletín Oficial del Estado. Propongo aquí un brindis por la marca España, por generar confianza, y por dejar atrás el pesimismo.
Transcribo el texto del BOE:
"...
A mayor abundamiento, se subraya que el procedimiento de evaluación precisa personal especializado para realizar la tramitación informática y administrativa de las solicitudes que se reciben dentro del plazo establecido. Estas solicitudes, con toda la prolija documentación que debe acompañarse, representan la productividad científica de todo el profesorado funcionario (SIC) de las universidades españolas y del personal investigador funcionario funcionarios del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
En definitiva, este procedimiento supone la gestión de un número elevado de solicitudes
cuyo tratamiento requiere conocer la multiplicidad y variedad de la documentación que
aportan los solicitantes en apoyo de sus solicitudes. En esta última convocatoria, además, se ha registrado un notable incremento en el número de solicitudes respecto a anteriores convocatorias; así, se han recibido un total de 10.328 solicitudes, mientras que el año 2011 se registraron 8.171. En estos momentos, la CNEAI no dispone de los recursos humanos suficientes para atender la evaluación de este volumen de solicitudes.
Los mencionados elementos, entre otros, han provocado que los trabajos correspondientes a la convocatoria en curso se hayan demorado, lo que hace previsible la imposibilidad de cumplir el plazo máximo de resolución fijado, que finalizaría el 30 de junio. ".
De este texto se pueden sacar dos conclusiones irrebatibles
1) O bien la Secretaria de Estado está mal informada, o bien nos miente. La evaluación se hace sobre, como mucho, un sexto del profesorado universitario, no sobre su totalidad. De hecho, 10328 profesores son muchos menos que un sexto del número total.
2) La Secretaria de Estado afirma que la CNEAI ha sido incapaz de gestionar en el plazo habitual una convocatoria que se lleva realizando ya 3 décadas. Antes que ella han pasado por su puesto no menos de 10 Secretarios de Estado, y nunca habían tenido que ampliar el plazo para evaluar los puñeteros sexenios.
Mal informada o mintiendo, y certificando en el BOE una incapacidad de gestionar el "bread and butter" de la gestión ordinaria de su negociado, son razones suficientes para presentar la dimisión, o para que te echen. Pero aquí no dimite nadie, ni se echa a nadie. En España se puede ser un incompetente, estar en la inopia, o mentir y seguir en el puesto sin ningún problema.
Finalmente, lo que realmente me cabrea es la constatación de que la única explicación racional a este retraso es que la administración está pelada de dinero, y se ahorrarán así unos millones que no tienen, y que en lugar de salir a explicarle a la nación la situación y a pedir nuestra ayuda y nuestra comprensión, nos cuentan mentiras en el mismísimo BOE. Somos un pueblo menor de edad mental al que se prefiere mentir a informar. Y para ello se está dispuesto a mentir en el mismísimo Boletín Oficial del Estado. Propongo aquí un brindis por la marca España, por generar confianza, y por dejar atrás el pesimismo.
viernes, 7 de junio de 2013
La fuga de cerebros y el paternalismo de provincias
La fuga de cerebros es un problema, sí, pero hay otros. La definición de España como nación de naciones siempre me pareció una concesión retórica y una exageración. Si nos atenemos al papel que estamos representando en el progreso tecnológico y científico de la humanidad por un lado, y a la mentalidad dominante por otro, creo que sería mucho más adecuado referirnos a España como provincia de provincias. Y que no se mosqueen los de provincias, para mi el paradigma del provincialismo es el orgullo madrileño (ya saben, de Madrid al cielo) que gastaba yo hasta que me lo curé viviendo dos años en California.
Parece que el sentir de esa madre que le dice a su hijo "Paquito, a ver si encuentras un trabajo por aquí, que en Holanda hace mucho frio" lo ha impregnado todo. Así, Tamara Rojo, Directora artística del English National Ballet tiene que aclararle amablemente a un periodista que "es difícil concebir ahora la vuelta a España". A Ignacio Cirac, director de un Instituto Max Planck, le preguntan cosas parecidas en las entrevistas.
El drama de la fuga de cerebros no lo sufren ese profesor de MIT, ese director del Max Planck, o esa directora del English National Ballet. Ni siquiera ese postdoc en Alemania, o no digo ya si está en San Diego, Santa Barbara, San Francisco, Vancouver, Melbourne, Sidney, o tantos otros lugares alucinantes para vivir y para dedicarse a la investigación. Por tanto, me irrita ver que se trata el asunto de la fuga de cerebros como el del drama del "pobre Paquito" que está lejos de su pueblo y de su madre y sin un mal bocata de chorizo con el que poder aminorar el disgusto.
El drama, lógicamente, lo tiene España como sociedad, que no termina de sacarle partido al capital humano que ha formado, con dinero público la mayor parte de las veces. Y esto tiene mucho que ver con una de las obsesiones de este blog: qué tenemos que hacer para convertir el conocimiento en dinero, y poder así seguir invirtiendo en el conocimiento.
En este contexto, algunas proclamas contra la fuga de cerebros esconden otras cosas. Teníamos así alguna Universidades con "programas cantera" que podían conseguir la hazaña de meter a un chaval con 18 años en primero de carrera y jubilarlo 42 años más tarde de catedrático, carrera, tesis y plaza de por medio, sin haber salido nunca de las mismas cuatro paredes. En los sueños húmedos de más de un tuercebotas está la carrera académica sin el engorroso postdoc en el extranjero. O sea, que una parte del debate sobre la fuga de cerebros viene impregnada del inconfundible aroma de la mediocridad y del no querer salir de tu pueblo.
El gobierno anda ahora restándole a los cerebros fugados los cerebros importados, y están a punto de inventar la balanza cerebral, y a lo peor es negativa, que para dar malas noticias esta gente no tiene rival. Quizá sería mejor que reflexionásemos sobre quien importa cerebros, y quien los espanta. En España hay programas e instituciones que están haciendo una labor extraordinaria en la importación de cerebros. Por ejemplo, Ikerbasque e ICREA. Y luego tenemos una aplastante mayoría de departamentos universitarios que son fervientes seguidores del Athletic de Bilbao, con una boina metafórica calada en la cabeza y solo dan trabajo a los de casa, que coexisten con unos poquitos departamentos de los que nos podemos sentir relatívamente orgullosos, que tienen programas de doctorado en inglés, profesores que han pasado casi todos unos años investigando en centros extranjeros de prestigio, y que lo siguen haciendo ahora ganando el mismo sueldo que los de la boina.
Parece que el sentir de esa madre que le dice a su hijo "Paquito, a ver si encuentras un trabajo por aquí, que en Holanda hace mucho frio" lo ha impregnado todo. Así, Tamara Rojo, Directora artística del English National Ballet tiene que aclararle amablemente a un periodista que "es difícil concebir ahora la vuelta a España". A Ignacio Cirac, director de un Instituto Max Planck, le preguntan cosas parecidas en las entrevistas.
El drama de la fuga de cerebros no lo sufren ese profesor de MIT, ese director del Max Planck, o esa directora del English National Ballet. Ni siquiera ese postdoc en Alemania, o no digo ya si está en San Diego, Santa Barbara, San Francisco, Vancouver, Melbourne, Sidney, o tantos otros lugares alucinantes para vivir y para dedicarse a la investigación. Por tanto, me irrita ver que se trata el asunto de la fuga de cerebros como el del drama del "pobre Paquito" que está lejos de su pueblo y de su madre y sin un mal bocata de chorizo con el que poder aminorar el disgusto.
El drama, lógicamente, lo tiene España como sociedad, que no termina de sacarle partido al capital humano que ha formado, con dinero público la mayor parte de las veces. Y esto tiene mucho que ver con una de las obsesiones de este blog: qué tenemos que hacer para convertir el conocimiento en dinero, y poder así seguir invirtiendo en el conocimiento.
En este contexto, algunas proclamas contra la fuga de cerebros esconden otras cosas. Teníamos así alguna Universidades con "programas cantera" que podían conseguir la hazaña de meter a un chaval con 18 años en primero de carrera y jubilarlo 42 años más tarde de catedrático, carrera, tesis y plaza de por medio, sin haber salido nunca de las mismas cuatro paredes. En los sueños húmedos de más de un tuercebotas está la carrera académica sin el engorroso postdoc en el extranjero. O sea, que una parte del debate sobre la fuga de cerebros viene impregnada del inconfundible aroma de la mediocridad y del no querer salir de tu pueblo.
El gobierno anda ahora restándole a los cerebros fugados los cerebros importados, y están a punto de inventar la balanza cerebral, y a lo peor es negativa, que para dar malas noticias esta gente no tiene rival. Quizá sería mejor que reflexionásemos sobre quien importa cerebros, y quien los espanta. En España hay programas e instituciones que están haciendo una labor extraordinaria en la importación de cerebros. Por ejemplo, Ikerbasque e ICREA. Y luego tenemos una aplastante mayoría de departamentos universitarios que son fervientes seguidores del Athletic de Bilbao, con una boina metafórica calada en la cabeza y solo dan trabajo a los de casa, que coexisten con unos poquitos departamentos de los que nos podemos sentir relatívamente orgullosos, que tienen programas de doctorado en inglés, profesores que han pasado casi todos unos años investigando en centros extranjeros de prestigio, y que lo siguen haciendo ahora ganando el mismo sueldo que los de la boina.
sábado, 1 de junio de 2013
Investigación o gin-tonics subvencionados, esa es la cuestión
Son las 7 de la mañana del 1 de junio y la Secretaría de Estado de I+D+I (Investigación, Desarrollo e Innovación) sigue sin lanzar la convocatoria de proyectos de Investigación del trienio 2014-16, y mantiene secuestrados los fondos de los proyectos ya evaluados, ya aprobados, y ya formalmente en marcha, correspondientes a 2013-15. Como quiera que la convocatoria de proyectos suele lanzarse con 12 o 13 meses de antelación con respecto a la fecha de comienzo, llevamos así un retraso de 5 meses con respecto al calendario habitual.
Mi orgullo me impide volver pedir que la Secretaría de Estado haga su trabajo, libere los proyectos secuestrados y ponga en marcha la convocatoria del año que viene. Como el sentido común, las cartas de la RSEF, los artículos del Nature y las buenas razones no funcionan propongo que probemos con la demagogia, tan del gusto de nuestros políticos. Señora Secretaria de Estado, señores ministros De Guindos y Montoro, señor Rayoy, lo que está aquí en juego es si somos un país que mantiene y mejora su I+D, o somos un país de gin-tonics. De momento, nuestra clase política ha aprobado la subvención de los gin-tonics en la cafetería del parlamento. Los gin-tonics, los cafés, los churritos, los menús, que está la cosa de llegar a fin de mes muy achuchada para esta pobre gente.
Se trata de un millón de euros de subvención. Con un millón de euros se pagan, en promedio, unos 7 proyectos de investigación. Eso son 7 laboratorios que igual no cierran. Laboratorios como el de mi estimado colega Carlos, que está pendiente de la puñetera convocatoria del año que viene. El primer laboratorio de bajas temperaturas de la Universidad de Alicante, montado con sus manos. De ese laboratorio han salido varios doctores (una está ahora trabajando en Stanford, otro en Leiden, otro en Liverpool, otro en Costa Rica de profesor). De ese laboratorio salió el único artículo en Nature de la Universidad. En ese laboratorio se han invertido, en la década que lleva en marcha, miles de horas de trabajo de empleados públicos, y centenares de miles de euros en equipo, en helio líquido, en herramientas....
En ese laboratorio hay ahora un estudiante de doctorado haciendo su tesis, que el año que viene quizá no pueda continuar. Porque un laboratorio sin dinero no puede funcionar. Y si cortan los proyectos un año, el laboratorio puede cerrar. Y la gente que tiene que hacer el sobre-esfuerzo de investigar en la Universidad, donde la mitad de los profesores se tocan la barriga, puede decidir que a partir de ahora ellos también se van a tocar la barriga, y a tomar gin-tonics subvencionados en la cafetería de la facultad, que también los tenemos allí. Da miedo pensar la cantidad de gin-tonics para parlamentarios que se podrían haber subvencionado si el estado no hubiera hecho ese esfuerzo con el dinero de todos, para ponerlo ahora en peligro.
Estamos de acuerdo en que con el millón de la cafetería del parlamento, no se arregla el problema. Pero es que únicamente el gobierno de la nación tiene unos 300 asesores, que es algo así como el 10% de la plantilla de investigadores del CSIC. Tenemos 50 diputaciones. La de Alicante tiene mil empleados. Vayan echando números. 17 parlamentos de las Comunidades Autónomas, con 17 cafeterías y unos dos mil diputados. Tenemos 10 mil pueblos, que organizan 10 mil fiestas populares, perfectamente subvencionadas. Tenemos comunidades autónomas arruinadas que avalan a clubes de fútbol arruinados. Tenemos televisiones autonómicas públicas con mil millones de euros de deuda. Y todo esto en entrar a lo de los sobresueldos, los ERES falsos, y el big-bang de corrupción y podredumbre con el que nos desayunarnos todas las mañanas.
Pero vayamos al fondo de la cuestión, que ha quedado retratado en el siguiente titular: "Las pensiones bajarán al ritmo al que suba la esperanza de vida". Ese es el futuro al que nos conduce nuestra clase política. Un futuro en el que tendremos que elegir entre morir deprisa o envejecer pobres. ¿Por qué?. Porque nuestra clase política sabe que subvencionando gin-tonics no vamos a generar el aumento de productividad necesario para enriquecer el país y poder permitirnos aumentar las pensiones. Porque no confían en que España invente la droga que curará el Alzheimer y generará una industria multimillonaria. O el cancer. No vamos a descubrir el material que revolucione la industria fotovoltaica, y que la haga rentable sin una pesadilla de subvenciones. No convertiremos el ITER en realidad, haciendo posible la obtención de energía casi ilimitada.
Desde aquí quiero pedir una rebelión contra la mierda de futuro que nos proponen nuestros políticos. Una rebelión basada en la investigación para resolver los problemas de la gente, para liderar las próximas revoluciones tecnológicas y para tener un futuro mejor. Como dice el lema de este blog, si la investigación le parece cara, pruebe con la ignorancia. En esas estamos.
domingo, 26 de mayo de 2013
El grafeno y la ignorancia de los expertos.
Si alguien hubiera preguntado en 2004 a los 100 mejores expertos del mundo en nanoelectrónica sobre la idea de exfoliar un pedazo de grafito con celofán, frotar, esperar a tener suerte para que alguno de los pedacitos que quedaran pegados fuera un único plano atómico, todos hubieran respondido igual: no es posible. Alguno habría incluso aludido a teoremas de prestigiosos físicos que establecían la inexistencia de cristales bidimensionales. Si además les hubieran preguntado si sería posible fabricar un transistor de efecto campo con ese plano atómico, habrían respondido "muy difícil" o "imposible". Si les hubieran preguntado por la movilidad de dicho dispositívo, es decir, por su calidad como transistor, habrían anticipado: "horrible", ya que el conocimiento establecido en 2004 era que las superficies son la principal causa de pérdida de movilidad en un transistor, y más aun si se trata de una superficie "sucia" o plagada de contaminación como la que uno supone que tendrá el grafeno exfoliado con celofán.
Si les hubieran pedido evaluar la probabilidad de que en semejante dispositivo pudiera observarse el Efecto Hall Cuántico (EHC), se habrían reído. El EHC únicamente se observaba en transistores de GaAs preparados de forma extremadamente cuidadosa para lograr altas movilidades con máquinas de crecimiento epitaxial que cuestan 1 millón de euros. Si les hubieran preguntado sobre las propiedades mecánicas, es probable que hubiesen dicho que el hipotético grafeno sería un material frágil, tratándose de un único plano atómico.
Si les hubieran preguntado por las posibles aplicaciones en fotovoltáicas de un material estrictamente bidimensional habrían dicho que poco prometedoras, en el mejor de los casos, pues la absorción de luz es proporcional al grosor del sistema. Si hubiesen preguntado a esos 100 expertos sobre la eventualidad de que una revolución en la física de materiales naciera de un tipo que se había llevado el IG Nobel por levitar ranas, tampoco habrían sido muy optimistas.
Afortunadamente, en un laboratorio de la no terriblemente prestigiosa Universidad de Manchester, del cuál casi nadie esperaba que naciese una revolución, unos tipos rusos, Novoselov y Geim, que ahora sabemos que son geniales, estaban trabajando en responder de forma positiva a todas estas preguntas, dejando claro que no te puedes fiar de los 100 mejores expertos, ilustrando con contundencia la frase de Feynman: "science is the belief in the ignorance of experts".
Hoy, apenas transcurridos 9 años, la Unión Europea va a lanzar un programa "buque insignia" o "flagship" sobre el material que habría hecho reír a los expertos. Se han creado varios centros de investigación en grafeno, alguno de ellos empezando de cero como el de Singapur. Se han publicado más de 20 mil artículos sobre el tema, decenas de libros y se han descubierto al varios materiales bidimensionales más. Numerosas Universidades de las mejores del mundo han contratado profesores para dedicarse en exclusiva al grafeno, se han creado varias conferencias específicas dedicadas a este material, a las que asisten centenares de científicos de todo el mundo. Samsung tiene a decenas de ingenieros trabajando en su uso para varias aplicaciones comerciales y se han creado varias empresas cuyo negocio es producir y vender el material que no podía existir.
A la luz de todo esto, ¿qué posibilidad tenemos de predecir fiablemente el futuro?. ¿Cómo podemos anticipar la evolución de un campo de investigación en que quizá haya ahora mismo otros tipos geniales trabajando en lo que será otra revolución?. ¿Qué sentido tienen los programas marco a 7 años vista?. ¿No deberíamos ser todos mucho menos pesimistas a la hora de juzgar lo que es posible y lo que no?. ¿No haríamos bien en darle una oportunidad a las ideas aparentemente insensatas, sin caer por ello en brazos de locos y charlatanes? ¿Y cómo diferenciar a un visionario de un charlatán?. De esto hablaremos otro día.
Si les hubieran pedido evaluar la probabilidad de que en semejante dispositivo pudiera observarse el Efecto Hall Cuántico (EHC), se habrían reído. El EHC únicamente se observaba en transistores de GaAs preparados de forma extremadamente cuidadosa para lograr altas movilidades con máquinas de crecimiento epitaxial que cuestan 1 millón de euros. Si les hubieran preguntado sobre las propiedades mecánicas, es probable que hubiesen dicho que el hipotético grafeno sería un material frágil, tratándose de un único plano atómico.
Si les hubieran preguntado por las posibles aplicaciones en fotovoltáicas de un material estrictamente bidimensional habrían dicho que poco prometedoras, en el mejor de los casos, pues la absorción de luz es proporcional al grosor del sistema. Si hubiesen preguntado a esos 100 expertos sobre la eventualidad de que una revolución en la física de materiales naciera de un tipo que se había llevado el IG Nobel por levitar ranas, tampoco habrían sido muy optimistas.
Afortunadamente, en un laboratorio de la no terriblemente prestigiosa Universidad de Manchester, del cuál casi nadie esperaba que naciese una revolución, unos tipos rusos, Novoselov y Geim, que ahora sabemos que son geniales, estaban trabajando en responder de forma positiva a todas estas preguntas, dejando claro que no te puedes fiar de los 100 mejores expertos, ilustrando con contundencia la frase de Feynman: "science is the belief in the ignorance of experts".
Hoy, apenas transcurridos 9 años, la Unión Europea va a lanzar un programa "buque insignia" o "flagship" sobre el material que habría hecho reír a los expertos. Se han creado varios centros de investigación en grafeno, alguno de ellos empezando de cero como el de Singapur. Se han publicado más de 20 mil artículos sobre el tema, decenas de libros y se han descubierto al varios materiales bidimensionales más. Numerosas Universidades de las mejores del mundo han contratado profesores para dedicarse en exclusiva al grafeno, se han creado varias conferencias específicas dedicadas a este material, a las que asisten centenares de científicos de todo el mundo. Samsung tiene a decenas de ingenieros trabajando en su uso para varias aplicaciones comerciales y se han creado varias empresas cuyo negocio es producir y vender el material que no podía existir.
A la luz de todo esto, ¿qué posibilidad tenemos de predecir fiablemente el futuro?. ¿Cómo podemos anticipar la evolución de un campo de investigación en que quizá haya ahora mismo otros tipos geniales trabajando en lo que será otra revolución?. ¿Qué sentido tienen los programas marco a 7 años vista?. ¿No deberíamos ser todos mucho menos pesimistas a la hora de juzgar lo que es posible y lo que no?. ¿No haríamos bien en darle una oportunidad a las ideas aparentemente insensatas, sin caer por ello en brazos de locos y charlatanes? ¿Y cómo diferenciar a un visionario de un charlatán?. De esto hablaremos otro día.
jueves, 23 de mayo de 2013
John Bardeen y el curso de la historia
Se cumplen este jueves 23 de Mayo 105 años del nacimiento de John Bardeen. La inmensa mayoría de la gente que vive rodeada de miles de millones de transistores no sabe qué es un transistor, quién lo inventó, cuándo, y cómo ese hecho ha cambiado el curso de la historia. El anonimato de John Bardeen para las grandes masas adquiere tintes surrealistas porque el héroe de esta historia se llevó el premio Nobel de Física dos veces, siendo la única persona en conseguir semejante logro.
Su primer premio Nobel lo recibió en 1956, compartido con su colega Walter Brattain y con el jefe de ambos, William Shockley, por la invención del transistor. El segundo, en 1972, junto con su estudiante de doctorado Robert Schrieffer y su postdoc Leon N Cooper , por el desarrollo de la teoría de la superconductividad, posíblemente uno de los logros con más influencia en la física teórica de la segunda mitad del siglo XX. De la teoría de la superconductividad y sus implicaciones en otros campos, muy especialmente en física de partículas y en el llamado bosón de Higgs (Higgs-Anderson en este blog), hablaremos otro día.
Un transistor es como un grifo para la corriente eléctrica. Al igual que un grifo sirve para controlar el paso de agua por la cañería que lo integra, un transistor es un dispositivo que permite controlar, mediante la aplicación de una campo eléctrico, el paso de corriente entre dos de sus terminales. La modulación de la amplitud de la corriente eléctrica, haciendo uso de otra señal eléctrica lleva de forma natural al concepto de amplificación. La invención del primer transistor, por John Bardeen y Walter Brattain, allá por el año 1947, en los laboratorios de la ATT, resolvió un problema tecnológico: los transistores substituyeron a las válvulas de vacío que se estropeaban con gran facilidad, por no mencionar que tenían un tamaño enorme (centímetros).
El transistor de Bardeen-Brattain-Shockley (BBS) fue posible gracias, entre otras cosas, a los avances en la comprensión de la estructura electrónica de los materiales semiconductores, como el Silicio o el Germanio y muy en particular el estudio del comportamiento electrónico de sus superficies e intercaras. O sea, es uno de los hijos de la mecánica cuántica. Ahora nos parece banal, pero en el año 47 la teoría cuántica estaba entrando en su mayoría de edad y la teoría de los estados cristalinos de Bloch tenía acné. Además, uno de los tipos más brillantes e influyentes de la época, Wolfgang Pauli, que había recibido en 1945 el premio Nobel por su descubrimiento del principio de indistinguibilidad de las partículas cuánticas que lleva su nombre, había advertido sobre la dificultad de trabajar en el estudio de los semiconductores: "One shouldn’t work on semiconductors, that is a filthy mess; who knows if they really exist!" y sobre las superficies: " God created the solids, the devil their surfaces."
La invención del transistor tuvo lugar en los legendarios laboratorios de la compañía ATT, los "Bell Labs", de donde saldrían además el laser, el satélite de comunicaciones, y el sistema operativo Unix. El enorme impacto que tuvieron los investigadores en los programas de desarrollo de tecnología bélica en la segunda guerra mundial, con el radar y el proyecto Manhattan como los dos exponentes más obvios, demostraron la rentabilidad de invertir en investigación aplicada a empresas como la Bell. Es igualmente interesante que en esos laboratorios se llevaron a cabo numerosas investigación de carácter fundamental, como relata uno de los protagonistas, P. W. Anderson, en su libro "More and Different".
Los ingenieros y físicos de la Bell, liderados por W. Shockley, comprendieron enseguida el potencial de un dispositivo semiconductor que podía actuar como amplificador y podía remplazar a las válvulas. Con la llegada de los circuitos integrados, en la década de los 60, la producción de transistores a gran escala hizo posible la electrónica de consumo primero, los ordenadores personales después, así hasta llegar al día de hoy. En 2012 se fabricaron 60 millones de transistores.... por persona !. Si de mi dependiera, le cambiaría el nombre a alguna avenida y le pondría el de John Bardeen.
Finalmente, tengo que decir que llegué a tercero de carrera sin haber oído hablar de John Bardeen. Allí nos hablaban del trabajo de Newton, Coulomb, Faraday, Maxwell, Boltzmann, Planck, Einstein, Bohr, Schrodinger, Heisenberg, y luego 70 años casi en blanco hasta llegar a Stephen Hawking, del cuál te hablaban los periódicos. Nadie, en aquellos primeros 3 años de carrera, nos contó qué conexión había entre la mecánica cuántica y la historia fascinante de como se pasó de ir en taparrabos, tecnológicamente hablando, a tener un ordenador en casa con 100 veces la potencia de cálculo de los ordenadores que gestionaron la llegada del hombre a la luna (hablo del 1992, ahora un móvil supera ampliamente esa cifra). Desde aquí le quiero dar las gracias a Fernando Sols, el profesor que tuvo a bien hablarnos de John Bardeen, sin venir a cuento, en una clase de Métodos Matemáticos. Supongo que Fernando debió pensar lo mismo que yo ahora: que hay que contarle a la gente que hubo una vez un señor llamado John Bardeen que cambió el curso de la historia.
Su primer premio Nobel lo recibió en 1956, compartido con su colega Walter Brattain y con el jefe de ambos, William Shockley, por la invención del transistor. El segundo, en 1972, junto con su estudiante de doctorado Robert Schrieffer y su postdoc Leon N Cooper , por el desarrollo de la teoría de la superconductividad, posíblemente uno de los logros con más influencia en la física teórica de la segunda mitad del siglo XX. De la teoría de la superconductividad y sus implicaciones en otros campos, muy especialmente en física de partículas y en el llamado bosón de Higgs (Higgs-Anderson en este blog), hablaremos otro día.
Un transistor es como un grifo para la corriente eléctrica. Al igual que un grifo sirve para controlar el paso de agua por la cañería que lo integra, un transistor es un dispositivo que permite controlar, mediante la aplicación de una campo eléctrico, el paso de corriente entre dos de sus terminales. La modulación de la amplitud de la corriente eléctrica, haciendo uso de otra señal eléctrica lleva de forma natural al concepto de amplificación. La invención del primer transistor, por John Bardeen y Walter Brattain, allá por el año 1947, en los laboratorios de la ATT, resolvió un problema tecnológico: los transistores substituyeron a las válvulas de vacío que se estropeaban con gran facilidad, por no mencionar que tenían un tamaño enorme (centímetros).
El transistor de Bardeen-Brattain-Shockley (BBS) fue posible gracias, entre otras cosas, a los avances en la comprensión de la estructura electrónica de los materiales semiconductores, como el Silicio o el Germanio y muy en particular el estudio del comportamiento electrónico de sus superficies e intercaras. O sea, es uno de los hijos de la mecánica cuántica. Ahora nos parece banal, pero en el año 47 la teoría cuántica estaba entrando en su mayoría de edad y la teoría de los estados cristalinos de Bloch tenía acné. Además, uno de los tipos más brillantes e influyentes de la época, Wolfgang Pauli, que había recibido en 1945 el premio Nobel por su descubrimiento del principio de indistinguibilidad de las partículas cuánticas que lleva su nombre, había advertido sobre la dificultad de trabajar en el estudio de los semiconductores: "One shouldn’t work on semiconductors, that is a filthy mess; who knows if they really exist!" y sobre las superficies: " God created the solids, the devil their surfaces."
La invención del transistor tuvo lugar en los legendarios laboratorios de la compañía ATT, los "Bell Labs", de donde saldrían además el laser, el satélite de comunicaciones, y el sistema operativo Unix. El enorme impacto que tuvieron los investigadores en los programas de desarrollo de tecnología bélica en la segunda guerra mundial, con el radar y el proyecto Manhattan como los dos exponentes más obvios, demostraron la rentabilidad de invertir en investigación aplicada a empresas como la Bell. Es igualmente interesante que en esos laboratorios se llevaron a cabo numerosas investigación de carácter fundamental, como relata uno de los protagonistas, P. W. Anderson, en su libro "More and Different".
Los ingenieros y físicos de la Bell, liderados por W. Shockley, comprendieron enseguida el potencial de un dispositivo semiconductor que podía actuar como amplificador y podía remplazar a las válvulas. Con la llegada de los circuitos integrados, en la década de los 60, la producción de transistores a gran escala hizo posible la electrónica de consumo primero, los ordenadores personales después, así hasta llegar al día de hoy. En 2012 se fabricaron 60 millones de transistores.... por persona !. Si de mi dependiera, le cambiaría el nombre a alguna avenida y le pondría el de John Bardeen.
Finalmente, tengo que decir que llegué a tercero de carrera sin haber oído hablar de John Bardeen. Allí nos hablaban del trabajo de Newton, Coulomb, Faraday, Maxwell, Boltzmann, Planck, Einstein, Bohr, Schrodinger, Heisenberg, y luego 70 años casi en blanco hasta llegar a Stephen Hawking, del cuál te hablaban los periódicos. Nadie, en aquellos primeros 3 años de carrera, nos contó qué conexión había entre la mecánica cuántica y la historia fascinante de como se pasó de ir en taparrabos, tecnológicamente hablando, a tener un ordenador en casa con 100 veces la potencia de cálculo de los ordenadores que gestionaron la llegada del hombre a la luna (hablo del 1992, ahora un móvil supera ampliamente esa cifra). Desde aquí le quiero dar las gracias a Fernando Sols, el profesor que tuvo a bien hablarnos de John Bardeen, sin venir a cuento, en una clase de Métodos Matemáticos. Supongo que Fernando debió pensar lo mismo que yo ahora: que hay que contarle a la gente que hubo una vez un señor llamado John Bardeen que cambió el curso de la historia.
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