El anuncio en el BOE de la semana pasada, desglosando por anualidades la financiación de los proyectos del Plan Nacional de I+D, ha dejado a centenares de grupos que habían logrado la aprobación de su proyecto con menos de diez mil € para el primer año de trabajo. Esta es la guinda de un pastel de 3 años de recortes severos en el presupuesto, que han llevado al CSIC a apagar la calefacción y a suspender su programa de contratación de investigadores jóvenes que, unidos a la situación patética de las Comunidades Autónomas, incapaces de asumir sus compromisos con las Universidades, dibujan una situación del I+D español impensable hace cinco años, cuando éramos el país con más kilómetros de vía de tren de alta velocidad y teníamos el sistema financiero más sólido del mundo.
Los recortes en I+D muestran que hemos sido confundidos con uno de los muchos sectores improductivos que sobreviven gracias a las subvenciones que, además, desactivan la voluntad de buscarse la vida con más ahinco y de generar recursos. Lo de buscarse la vida lo dijo bien clarito Carmen Vela, Secretaria de Estado de Investigación, en su carta publicada en Nature, recordándonos que ahí están los fondos europeos, llenos de miles de millones de euros, esperándonos. Y, más significativo aún, ahí están las declaraciones de febrero de 2012 de Luis de Guindos pidiendo que la Ciencia "no sea algo abstracto sin frutos perceptibles e intangibles " poco después de que se anunciara que la Secretaría de Estado de I+D iba a pertenecer al Ministerio de Economía que él dirige, toda una pista de por dónde iban a ir los tiros.
Así, sin ánimo de ofender a nadie, y para que se me entienda, nos han metido en el mismo saco que al cine subvencionado español y De Guindos parece estar pidiendo que nos parezcamos más a Hollywood o a Torrente. Por tanto, urge responder a la pregunta del título de esta entrada, que nos están planteando de manera implícita y sibilina nuestros políticos, al recortar nuestro sueldo primero, y nuestro presupuesto después: ¿por qué invertir en Ciencia?.
Como quiera que nos va a llevar un tiempo producir tangibles, hay un par de cosas que todos los científicos podemos empezar a hacer para estar menos expuestos a las inclemencias de la crisis: divulgar y organizarse. Durante las semanas en las que la opinión púbica fue casi feliz por el descubrimiento del bosón de Higgs, habría sido más difícil recortar la aportación española al CERN (aunque resulta que estamos pendientes de pagarla). Y si la afiliación a nuestras respectivas asociaciones profesionales aumenta, y con ello su prestigio y representatividad, éstas podrán desempeñar una labor parecida a la de sus homónimas en países a los que aspiramos a imitar.
Finalmente, hay algo que debemos evitar: que el justo cabreo que nos invade acabe colocándonos al lado de Willy Toledo, detrás de una pancarta, eligiendo bando en la batalla de los partidos políticos. Desperdiciaríamos así el gigantesco capital de talento y formación que se nos supone a los científicos, que debería permitirnos dar una respuesta a los recortes alejada de populismos y demagogía.
Los recortes en I+D muestran que hemos sido confundidos con uno de los muchos sectores improductivos que sobreviven gracias a las subvenciones que, además, desactivan la voluntad de buscarse la vida con más ahinco y de generar recursos. Lo de buscarse la vida lo dijo bien clarito Carmen Vela, Secretaria de Estado de Investigación, en su carta publicada en Nature, recordándonos que ahí están los fondos europeos, llenos de miles de millones de euros, esperándonos. Y, más significativo aún, ahí están las declaraciones de febrero de 2012 de Luis de Guindos pidiendo que la Ciencia "no sea algo abstracto sin frutos perceptibles e intangibles " poco después de que se anunciara que la Secretaría de Estado de I+D iba a pertenecer al Ministerio de Economía que él dirige, toda una pista de por dónde iban a ir los tiros.
Así, sin ánimo de ofender a nadie, y para que se me entienda, nos han metido en el mismo saco que al cine subvencionado español y De Guindos parece estar pidiendo que nos parezcamos más a Hollywood o a Torrente. Por tanto, urge responder a la pregunta del título de esta entrada, que nos están planteando de manera implícita y sibilina nuestros políticos, al recortar nuestro sueldo primero, y nuestro presupuesto después: ¿por qué invertir en Ciencia?.
Parte de la respuesta es que España se encuentra en una encrucijada histórica. Tras décadas de avance económico que nos estaban permitiendo acercarnos al nivel de renta de Francia y Alemania, estamos sumidos ahora en la desesperación de una crisis que afecta a casi todos los sectores de la sociedad y que nos aleja claramente de ese sueño. El dilema de cómo salir de la situación se complica con la constatación de que España no tiene acceso fácil a las dos principales fuentes de riqueza: la producción de tecnología y los recursos naturales. Nuestra gran disyuntiva consiste en comenzar a ser productores de tecnología, precisamente ahora que falta dinero, o desistir en el empeño y quedar otra vez en la segunda división.
Pero esta respuesta es incompleta, porque la inversión en ciencia es condición necesaria para poder ser una potencia tecnológica, como muestran las estadísticas a este respecto, pero no es condición suficiente. Así, la desinversión en ciencia puede acabar con nuestro futuro tecnológico, pero la inversión no lo garantiza, y es ahí donde los científicos tenemos que reflexionar y hacer autocrítica. Debemos empezar a pensar en cuál es el retorno de la comunidad científica española hacia nuestros contribuyentes. Esta admonición va dirigida muy especialmente a los que, como yo, no justificamos sobradamente el sueldo dando clases en la Universidad y hacemos investigación de carácter fundamental. La gente de la calle tiende a pensar que los científicos estamos ocupados resolviendo los problemas de la humanidad, pero lo cierto es que, como decía Feynman, "la ciencia es como el sexo: a veces produce algo útil, pero ése no es el motivo por el que lo hacemos". Así que, para poder seguir practicando, deberíamos intentar producir más "tangibles", y ser así menos dependientes de las decisiones de los políticos.
Finalmente, hay algo que debemos evitar: que el justo cabreo que nos invade acabe colocándonos al lado de Willy Toledo, detrás de una pancarta, eligiendo bando en la batalla de los partidos políticos. Desperdiciaríamos así el gigantesco capital de talento y formación que se nos supone a los científicos, que debería permitirnos dar una respuesta a los recortes alejada de populismos y demagogía.