martes, 3 de febrero de 2015

Discusiones estériles

Si algo podía sacarme del impasse bloguero, causado por unas cuantas peticiones de proyectos y otras obligaciones,  era la última pelea entre Wert,   50 rectores,  y los sindicatos de estudiantes con sus entrañables aprendices de político.  El debate no es sobre la (mediocre) calidad de la educación, ni sobre sus (mejorables) resultados, ni sobre la (patética) inserción de los egresados en el mercado de trabajo, ni sobre las (escasísimas) actitudes emprendedoras de nuestros licenciados, ni sobre el (nulo) esfuerzo que hacen las universidades por mitigar la fuga de cerebros provocada por la (lamentable) gestión de la política científica del gobierno y los (severos) recortes en el presupuesto  de I+D.

El follón lo ha originado el ministerio por que se la ha ocurrido flexibilizar la duración de grados y masters.  Este Wert es el mismísimo diablo. ¿A qué clase de ser maligno se le ocurre permitir que las universidades y las comunidades autónomas puedan ofrecer grados de 3 años, además de los de 4, y  masters de 2, además de los de un año?.  Este tipo no tiene corazón, ni cerebro, ni pelo, y si se lo dejamos a los estudiantes sindicalizados,  le dejan sin piernas ni brazos.

 Ironías aparte,  cuando uno lleva desde el 1989 metido en la cosa universitaria española, todo este follón le resulta previsible, aburrido, demagógico  y estéril.   Es previsible que cualquier decisión que tome un ministro de Educación con respecto a las universidades, normalmente tras larguísimos periodos de consulta,  sea respondida con golpes en el pecho y acusaciones de aviesas segundas intenciones.   Es aburrido llevar 4 décadas, 4 presidentes del gobierno, 3 papas,  2 reyes y nada menos que 11 (once)  ministros de Educación (Javier Solana,  Alfredo Pérez Rubalcaba,  Gustavo Suárez Pertierra, Jerónimo Saavedra, Esperanza Aguirre, Mariano Rajoy, Pilar del Castillo,  María Jesús San Segundo, Mercedes Cabrera, Angel Gabilondo, Wert),   escuchando que hay un plan perverso para privatizar la universidad.  El plan puede que sea muy perverso, pero además, es enojosamente lento. Desde el 89 se han privatizado Telefónica, Iberia, Indra, Santa Bárabara,  Repsol, Tabacalera, las Cajas de Ahorros,    pero esto de la universidad  no lo privatiza ni dios, ni Bolonia, ni el euro, ni Wert, ni nadie.  En 2010,  en  Inglaterra,  Cameron triplicó las tasas universitarias. ¿Se lo imaginan en España?.  

Lo cierto es que nuestro sistema universitario es un proyecto zombie.  Wert  encargó a una comisión la elaboración de un informe sobre el sistema que dejó bastante claro sus numerosas debilidades y propuso una serie de cambios.  Los rectores le echan la culpa de todo a la falta de financiación, que es una verdad a medias,  y lo que es peor, una excusa para no hacer sus deberes.  Lo peor de todo es que para cambiar el sistema universitario de verdad hay que poner a demasiados actores de acuerdo (gobierno, futuro gobierno, comunidades autónomas, universidades), y que los debates que importan no están encima de la mesa. Por ejemplo:  ¿cuánto tiene que aumentar la productividad de nuestra economía para que  la generación que se sienta ahora en las aulas pueda hacer frente al pago de las pensiones de sus mayores?. ¿Vamos en el buen camino para eso?.