Si alguien hubiera preguntado en 2004 a los 100 mejores expertos del mundo en nanoelectrónica sobre la idea de exfoliar un pedazo de grafito con celofán, frotar, esperar a tener suerte para que alguno de los pedacitos que quedaran pegados fuera un único plano atómico, todos hubieran respondido igual: no es posible. Alguno habría incluso aludido a teoremas de prestigiosos físicos que establecían la inexistencia de cristales bidimensionales. Si además les hubieran preguntado si sería posible fabricar un transistor de efecto campo con ese plano atómico, habrían respondido "muy difícil" o "imposible". Si les hubieran preguntado por la movilidad de dicho dispositívo, es decir, por su calidad como transistor, habrían anticipado: "horrible", ya que el conocimiento establecido en 2004 era que las superficies son la principal causa de pérdida de movilidad en un transistor, y más aun si se trata de una superficie "sucia" o plagada de contaminación como la que uno supone que tendrá el grafeno exfoliado con celofán.
Si les hubieran pedido evaluar la probabilidad de que en semejante dispositivo pudiera observarse el Efecto Hall Cuántico (EHC), se habrían reído. El EHC únicamente se observaba en transistores de GaAs preparados de forma extremadamente cuidadosa para lograr altas movilidades con máquinas de crecimiento epitaxial que cuestan 1 millón de euros. Si les hubieran preguntado sobre las propiedades mecánicas, es probable que hubiesen dicho que el hipotético grafeno sería un material frágil, tratándose de un único plano atómico.
Si les hubieran preguntado por las posibles aplicaciones en fotovoltáicas de un material estrictamente bidimensional habrían dicho que poco prometedoras, en el mejor de los casos, pues la absorción de luz es proporcional al grosor del sistema. Si hubiesen preguntado a esos 100 expertos sobre la eventualidad de que una revolución en la física de materiales naciera de un tipo que se había llevado el IG Nobel por levitar ranas, tampoco habrían sido muy optimistas.
Afortunadamente, en un laboratorio de la no terriblemente prestigiosa Universidad de Manchester, del cuál casi nadie esperaba que naciese una revolución, unos tipos rusos, Novoselov y Geim, que ahora sabemos que son geniales, estaban trabajando en responder de forma positiva a todas estas preguntas, dejando claro que no te puedes fiar de los 100 mejores expertos, ilustrando con contundencia la frase de Feynman: "science is the belief in the ignorance of experts".
Hoy, apenas transcurridos 9 años, la Unión Europea va a lanzar un programa "buque insignia" o "flagship" sobre el material que habría hecho reír a los expertos. Se han creado varios centros de investigación en grafeno, alguno de ellos empezando de cero como el de Singapur. Se han publicado más de 20 mil artículos sobre el tema, decenas de libros y se han descubierto al varios materiales bidimensionales más. Numerosas Universidades de las mejores del mundo han contratado profesores para dedicarse en exclusiva al grafeno, se han creado varias conferencias específicas dedicadas a este material, a las que asisten centenares de científicos de todo el mundo. Samsung tiene a decenas de ingenieros trabajando en su uso para varias aplicaciones comerciales y se han creado varias empresas cuyo negocio es producir y vender el material que no podía existir.
A la luz de todo esto, ¿qué posibilidad tenemos de predecir fiablemente el futuro?. ¿Cómo podemos anticipar la evolución de un campo de investigación en que quizá haya ahora mismo otros tipos geniales trabajando en lo que será otra revolución?. ¿Qué sentido tienen los programas marco a 7 años vista?. ¿No deberíamos ser todos mucho menos pesimistas a la hora de juzgar lo que es posible y lo que no?. ¿No haríamos bien en darle una oportunidad a las ideas aparentemente insensatas, sin caer por ello en brazos de locos y charlatanes? ¿Y cómo diferenciar a un visionario de un charlatán?. De esto hablaremos otro día.
Joaquín, interesante entrada. No estoy cualificado como "experto" para opinar sobre el desarrollo del descubrimiento del grafeno, pero sólo un par de matices. La Universidad de Manchester no es Harvard, pero ya tenía bastante prestigio y estaba bien situada (mucho mejor que cualquier española) en los rankings, antes incluso del Nobel.
ResponderEliminarTodo esto me lleva a pensar, que igual 100 expertos no hubieran predicho el grafeno, pero entiendo que algunos debieron apostar por la trayectoria de sus descubridores, sobre todo del autor más senior. Por lo menos en Manchester y en alguna agencia de financiación. Esto es imporante al hilo de otras entradas en tu blog sobre gestión universitaria y criterios de evaluación, ¿no? Quiero decir, que debe quedar claro que no es posible acertar el futuro, pero sí se puede intentar hacer las apuestas correctas.
Por si acaso a alguno de los "contra-reformistas" se le ocurre defender que algo así podría pasar en España...
En efecto, posíblemente alguien en Manchester apostó por Geim antes del grafeno, y él ya tenía una trayectoria interesante que avalaba esa apuesta. Y decir que es muy difícil predecir el futuro, no debe suponer una coartada para practicar el "todo el mundo es válido" . A los "contra-reformistas" ni agua.
EliminarEs cierto antes nadie veía al Grafeno como algo que pueda revolucionar nuestros días, este elemento se ha convertido en el mejor y más cotizado por todas las empresas de tecnología que buscan lanzar sus productos al mercado. Tenía muchas preguntas encima que rondaban en mi mente y las pude solventar en infografeno.com que me ayudó muchísimo. Si alguien dispone de más info no duden en ponerse en contacto.
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