jueves, 16 de agosto de 2018

Sobre premios y contratos.

En esta entrada voy a explicar por qué a las instituciones les encanta dar premios a científicos y sin embargo son mucho más reacias a dar becas, contratos y proyectos.  La explicación es bastante  sencilla, pero creo que suele pasar desapercibida.  Dar premios es mucho más barato que conceder contratos, antes llamados becas, y a cambio tiene mucha mayor visibilidad en los medios. Por el contrario, las convocatorias de proyectos, contratos y becas puede incluso dar lugar a publicidad negativa,  como discuto más abajo.

Consideremos el caso de los premios Jaume I que concede la Comunidad Autónoma de Valenciana (CAV)  anualmente, en 8 categorías diferentes. Los premiados se llevan una jugosa suma de 100k€.   Por tanto, con un presupuesto de  menos de 1M€, la CAV    reparte los 8 premios, y con una cantidad adicional mucho menor que esa, supongo,  paga a los jurados y organiza la ceremonia de entrega.  El resultado es un aluvión de publicidad positiva. Los medios regionales y nacionales cubren la noticia.  El nombre de la Comunidad Valenciana aparece vinculado a la promoción de la Ciencia y la Tecnología. Los premiados conceden entrevistas en las que salen contentísimos y orgullosos.   

Veamos ahora lo que le cuesta a la CAV el recientemente lanzado programa "Gent".  El presupuesto anual previsto es de 2.6M€. Con él se espera contratar investigadores en 3 modalidades diferentes. La cuantía de las subvenciones, dedicadas en su mayoría a cubrir el sueldo de los investigadores, en cuatro modalidades diferentes es  de 70k€, 55k€ y 40k€ y 22k€. A un promedio de algo menos de 50k€, y suponiendo  una distribución uniforme,  el programa permitirá la contratación de unas 50 personas, a distribuidas entre la red de centros de investigación y las  5 universidades valencianas.

Por cada persona que logre el contrato es casi seguro que habrá 5 o 10 que no lo consigan. Muchos de ellos creerán que su evaluación no habrá sido justa, y algunos se quejarán en redes sociales.   En cambio, nadie que se haya postulado al premio Jaime I y no lo consiga saldrá a protestar.  La mayoría de los beneficiados por los contratos no será entrevistada por la prensa. Nótese que las cuantía económicas de los contratos, algunos de los cuáles tienen una duración de 4 años, son mayores que el premio Jaume I.  Sin embargo,  el prestigio del premio, y del premiado,  es mucho mayor. 

Por tanto, la disyuntiva para una institución es la siguiente: usar el dinero para lograr publicidad positiva y evitar críticas y problemas, o usarlo para una causa mucho más útil,  pero que puede dar lugar a publicidad negativa a corto plazo.  Quizá no estaría de más que, para corregir la situación, los científicos pusiéramos algo de sordina al aluvión de publicidad positiva que generan los premios, así como a la publicidad negativa que pueda genera una convocatoria de proyectos y contratos.  Por el mismo motivo, aprovecho para  dar la bienvenida al programa Gent, así como al programa Beatriz Galindo que impulsó el anterior gobierno de España.