jueves, 29 de agosto de 2013

El gato de Schrödinger (explicado a mis padres)

Con motivo de su 126 cumpleaños, Google  rindió el 12 de Agosto  homenaje a Schrödinger y su gato con el siguiente   "Doodle":
En esta entrada voy a intentar explicar la historia del famoso  gato de Schrodinger para que la puedan entender  los no expertos.  El gato es el protagonista de un experimento  imaginario  propuesto por el físico teórico Schrödinger, en 1935,  para poner de manifiesto los problemas en la interpretación de la "mecánica  cuántica" que él mismo había contribuido a desarrollar.   En dicho experimento imaginario,  se metía en una caja un gato,  un dispensador de veneno y un "sistema cuántico".  La activación del dispensador de veneno dependía del comportamiento del "sistema cuántico" lo que, como veremos ahora,  ponía   a los físicos ante una paradoja:  el gato tenía que estar vivo y muerto a la vez.

La teoría de los  "sistema cuánticos"  se parece a la de las  ruleta de casino:  de la misma manera que podemos decir que  hay un 50% de  probabilidad de que la bola caiga en las casillas rojas,  en el caso del "sistema  cuántico",  había un 50% de probabilidad de que se activase el dispensador de veneno (y otro 50% de que no se activase,  claro).   Pero, a diferencia del caso de la ruleta, los  "sistema cuánticos"  están a la vez  en los dos estados,  el que mata al gato y el que no lo hace.

Para entender por qué la "teoría cuántica" propone una visión de la naturaleza en la que debemos admitir que un sistema está en dos estados diferentes a la vez, debemos  retroceder   35 años  más en el tiempo, hasta 1900.  En aquel momento los físicos creían que la mecánica  de Newton,  que permitía entender las órbitas elípticas de los planetas, la caída de las manzanas, y en general el movimiento de los objetos que nos rodean, debería también explicar el movimiento de los componentes elementales de la materia, como por ejemplo los electrones,  descubiertos en 1897 por J. J. Thompson.  En la teoría clásica de Newton  el movimiento de un objeto, sea un planeta o una mosca,  se describe con conceptos que nos resultan intuitivos, como posición y velocidad, y como todo el mundo sabe,  un planeta  o una mosca  no pueden estar en dos sitios a la vez, o tener dos velocidades a la vez.

Por otro lado,  en 1900 la física de las ondas estaba completamente desarrollada y permitía describir fenómenos como la propagación del sonido o de la luz.  Al contrario que  moscas, manzanas y planetas,   una onda es un objeto que  puede estar en dos sitios a la vez.  Por ejemplo, las ondas sonoras de mi voz se escuchan a la vez en toda la habitación.      Así,  ondas y "corpúsculos", la horrible palabra que se usa para referirse  a  los objetos que, como los planetas o las manzanas,  están  gobernados por la teoría de Newton, eran entes  radicalmente diferentes.   Y aunque  la polémica sobre si la luz tenía naturaleza "corpuscular" u "ondulatoria", llevaba encima de la mesa más de dos siglos, dado que diferentes experimentos apoyaban ambas posibilidades,  no había ninguna duda de que planetas, manzanas y moscas eran corpúsculos.

En las dos primera décadas del siglo XX los experimentos empezaron a revelar la estructura de la materia a escala atómica. Así, se comprendió que todo, incluido nosotros, las manzanas, las moscas y los gatos, está hecho de átomos, de una cantidad extraordinariamente grande de átomos, dado que éstos son extraordinariamente pequeños.  Así, un virus está hecho de varios millones de átomos.  A su vez, se descubrió que en  cada uno de estos átomos los electrones se movían alrededor de un minúsculo núcleo, evocando la imagen del sistema solar, en las que los planetas se mueven alrededor del sol.   Aplicada a dimensiones tan minúsculas la teoría de Newton,  combinada con la teoría electromagnética desarrollada en el siglo XIX,    fallaba espectacularmente por dos motivos:

1)  Un electrón que se moviera  alrededor del núcleo emitiría ondas electromagnéticas,  como un teléfono móvil, perdiendo así su energía, lo cuál le llevaría al colapso, "cayendo" al núcleo en menos de un milisegundo. De hecho, el mecanismo  análogo haría que la tierra cayese sobre el sol, debido a la pérdida de energía por emisión de ondas gravitatorias, pero eso ocurririá en una escala de tiempo  de 10 billones de veces la edad del Universo y  para entonces  el sol habrá desaparecido.     Volviendo al hilo de lo que nos ocupa,  la teoría convencional de Newton y la teoría electromagnética nos dicen que los átomos no pueden ser estables.

2) Los experimentos indicaban que los electrones dentro de los átomos únicamente podían intercambiar energía con el resto del universo en cantidades discretas,   o "cuantos",   en contra de lo que se conocía sobre los corpúsculos, cuya energía podía ser variada en cantidades arbitrariamente pequeñas.  En cambio,   el comportamiento de la energía de los electrones en los átomos era matemáticamente igual al de las frecuencias de las ondas. Por ejemplo, en un xilofón cada tecla vibra a una conjunto discreto de frecuencias.

Así,  la teoría de Newton para los "corpúsculos" no podía explicar los resultados experimentales sobre el movimiento de los electrones dentro de los átomos, y estos tenían propiedades que recordaban matemáticamente a las ondas.  Este gran enigma,   y otros parecidos  que fueron emergiendo en las dos primeras décadas del siglo XX, se resolvieron cuando  varios físicos (Heisenberg, Dirac, Schrödinger) desarrollaron una teoría completamente nueva para describir el movimiento de los electrones, la teoría cuántica, cuya ecuación fundamental es la Ecuación de Schrödinger para describir el comportamiento de los corpúsculos, como los electrones, mediante una  "función de onda".

¿Qué es la función de onda y qué significa?.  Aquí es donde entra el casino cuántico en todo su esplendor. La "función de onda" nos informa sobre la probabilidad de encontrar  al electrón en un punto del espacio. El problema es que  el tamaño de las ondas podía ser realmente grande. Por ejemplo,  un electrón puede estar a la vez en todos los átomos de un cristal.  La teoría cuántica renunciaba así a asignar a los objetos una posición y una velocidad, y se limitaba a proporcionar una información probabilística que horrorizó a muchos físicos de aquella época, como Einstein y Schrödinger, que paradójicamente habían contribuido decisivamente a desarrollar la teoría. En este contexto histórico dijo Einstein una de sus frases más celebres: Dios no juega a los dados.

Lo cierto es que la teoría cuántica proporcionó una herramienta extraordinariamente eficaz para describir el comportamiento de los electrones y de las partículas fundamentales que se fueron descubriendo en las siguientes décadas. Estos éxitos, y las aplicaciones que se derivaron, como  el desarrollo de tecnologías como el transistor, los circuitos integrados,  la resonancia magnética y el laser, consiguieron que muchos se convirtieran en usuarios de la teoría sin entrar en el debate filosófico de qué diablos quiere decir que un electrón está en dos sitios a la vez, o que puede tener dos energías diferentes a la vez.

 Con su experimento imaginario, Schrödinger trataba de derribar la barrera psicológica que permitía a los físicos admitir que  los electrones y los átomos podían estar en dos estados a la vez, y los objetos "macroscópicos", como los  gatos, no.  Pero entonces,  ¿dónde está la barrera que separa el mundo clásico del cuántico?. El concepto de decoherencia responde a esa pregunta, pero esta historia la contaremos otro día.


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