martes, 23 de abril de 2019

La ciencia entra en campaña

Nota: el relato que aquí expongo es una ficción. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Como viene siendo habitual,  la ciencia entró en campaña con fuerza,  cuando faltan cinco días para  las elecciones.  El cuarto debate entre los líderes de los principales partidos fue prácticamente un monográfico sobre educación, ciencia y  desafíos tecnológicos.     No en vano, la sociedad es plenamente consciente de que son estos tres temas los que han protagonizado una buena parte de las transformaciones en las últimas décadas.   El cambio ha afectado a todo el mundo.  Todos nos beneficiamos de herramientas para comunicarnos de forma casi gratuita con familiares y amigos, tenemos bibliotecas y enciclopedias al alcance de la mano,  y el supermercado a nuestra disposición en un solo click.

 La tecnología ha cambiado las relaciones sociales, el ocio,  ha transformado oficinas, consultas médicas,  medios de transporte, la cocina y el salón de nuestras casas.  El cambio tecnológico también  le ha hecho la vida más difícil al señor que vendía periódicos en su kiosco, el taxista que ahora compite con Uber, el sector hotelero que ahora compite con airbnb. Esta tecnología puede que esté alterando el mercado de alquileres en muchas ciudades de España, e incluso cambiando la fisionomía de nuestros barrios. Los más agoreros dicen que la inteligencia artificial y la robótica traerán cambios aún más radicales. Por tanto, la ciudadanía es consciente de que, para bien y para mal,  su vida se va a ver afectada por la tecnología, que podría por un lado curar el cancer de todos los camioneros, taxistas y conductores de ambulancia,  y por otro remplazarlos por vehículos tripulados por ordenadores programados por Google.

Con este trasfondo, los líderes políticos abordaron el debate conscientes de que la sociedad les mira con una mezcla de esperanza y preocupación.  Así, Pedro Sánchez prometió que, por fin, este gobierno haría frente al compromiso del pacto de Lisboa, de alcanzar una inversión en I+D del 3 por ciento del producto interior bruto.   Pablo Casado le recordó que en países como Corea del Sur o Singapur se invierte más todavía, y que la globalización les convierte en nuestros competidores, e insistió en la necesidad de involucrar al sector privado en ese esfuerzo. Pablo Iglesias dijo que la inversión debía centrarse en promover un desarrollo sostenible, fomentando las energías renovables. Albert Rivera añadió que, sin una fuerte inversión en educación, que prepare a los españoles para ser actores de este cambio,  la inversión en I+D podría ser menos efectiva.  El candidato de Vox recordó el papel protagónico de Ramón y Cajal, Severo Ochoa, Echegaray  y otros, y dijo que teníamos que recuperar el orgullo por las contribuciones españolas a la ciencia universal.   Por un momento pudo parecer  que el candidato del PNV  remaba en la misma dirección,   al añadir  a la lista el descubrimiento del wolframio  en la localidad vasca de  Vergara, para presumir después de los logros del sistema de I+D vasco.

Nuestros políticos debatieron, y no se pusieron de acuerdo, en temas complicados.  Por ejemplo, discutieron sobre  la aplicación de impuestos a las compañías tecnológicas en general, y a los robots en particular, o sobre cómo el aumento de la esperanza de vida provocado por los avances en medicina va a afectar el pago de las pensiones y la edad de la jubilación.   Una de los temas centrales, que claramente preocupa a los políticos,  es cómo reforzar nuestro sistema educativo para hacerlo más eficaz, y  también en definir sus prioridades.  ¿Cómo conseguir preparar a nuestros jóvenes para el desafío digital?  ¿De dónde vamos a sacar el profesorado bilingüe en inglés, que además tenga una formación suficiente en matemáticas, física, biología e informática? ¿Cómo lograr que nuestras universidades mejoren su rendimiento en investigación?.   ¿Cómo vamos a competir con China, Corea del Sur,  que además de sus inversiones gigantescas,  tienen una fuerza de estudio y de trabajo acostumbrada a jornadas de  70 horas a la semana?.

Está claro que,  en alguna medida, estamos empezando a dejar atrás debates absurdos sobre el pasado,  que dividen de forma artificial a los ciudadanos, y que estamos tomando consciencia de que tenemos que afrontar desafíos cuya respuesta  transciende  las barreras ideológicas y el ámbito de la política nacional.

2 comentarios:

  1. Es tan pertinente y sutil tu crónica del debate a cuatro en TVE que alguien pudiera pensar que está leyendo algo de otra epoca o de otro planeta. Estamos cayendo tan bajo que a muy pocos choca que anoche no se pronunciara la palabra ciencia, ni Europa,ni brexit... ni muchas otras que están dando sentido a las vidas de todas las personas ya HOY

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  2. Una ficción muy alejada de la realidad en un país en el que la mayoría de la gente no distingue muy bien, desgraciadamente, la "raya" entre ciencia y esoterismo.
    Didáctico y fino como siempre, un placer leerte.

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