miércoles, 18 de junio de 2014

La física que realmente importa

En 1947  Lamb hizo una medida que revolucionó la física cuántica y, de forma totalmente independiente, John Bardeen inventó el transistor.   Hoy, 67 años más tarde, podemos mirar atrás y afirmar categóricamente,  usando un ordenador con un procesador Intel Core i7, con más de 700 millones de transistores,  cuál de los dos descubrimientos cambió la radicalmente la historia de la humanidad.

No estamos obligados a elegir entre los Beatles y los Stones, entre Paris y Londres, o entre The Wire o The Sopranos.  Tampoco tenemos que elegir entre Lamb y Bardeen, podemos disfrutar a  todos. Pero habría que ser puñeteramente miope para ignorar a cualquiera de ellos, y a veces me parece que algunos colegas de partículas estén cayendo en ese error.  Sin el experimento de Lamb  quizá no habría teoría cuántica de campos,  ni neutrinos, ni bosón de Higgs. Sin Bardeen no habría ordenadores, televisiones, internet,  teléfonos móviles, satélites de telecomunicaciones. Y por cierto, tampoco habría bosón de Higgs, pero esa es otra historia.

Sin embargo,  si uno se acerca a la historia de la física moderna de la mano de los físicos de partículas,  es posible que ni mencionen a Bardeen y su transistor y  hablen durante horas de cómo el experimento de Lamb, que observó  un corrimiento inesperado  en la estructura fina del espectro del átomo de hidrógeno, suponía un fallo de la mecánica cuántica convencional, que obligó a re-formular la electrodinámica cuántica,  en lo que supuso la primera piedra en la teoría cuántica de campos, el lenguaje en el que los físicos de partículas han definido el modelo standard de partículas.

Si llegásemos a ver el dia en que mis ilustres colegas del CERN terminen de reventar el último haz de partículas y pongan la última pieza en el rompecabezas del modelo standard,  muy probablemente esa hazaña intelectual que culmina el trabajo de varias generaciones de mentes brillantes no logrará cambiar la vida de la gente.   Y si mis no menos ilustres colegas los astrofísicos le sacan una foto al primer microsegundo del universo, y pillan infraganti al mismísimo creador en el acto de escribir las leyes del universo,  la vida aquí abajo seguirá igual.

En cambio,  físicos con mucho menos glamour, apoyo mediático y presupuesto, están trabajando con la materia ordinaria que nos rodea, la materia condensada. Su trabajo puede servir para encontrar los materiales que, literalmente, resolverán los principales desafíos de la humanidad.  Materiales que permitan fabricar células solares de gran eficiencia y bajo coste, para aprovechar así la energía del sol y tener energía en abundancia. O materiales adecuados para poder fabricar un reactor de fusión nuclear, y poder hacer así un sol en miniatura en la tierra, que nos de energía eternamente. O materiales que sean superconductores a temperatura ambiente, para poder reducir casi a cero el consumo de energía eléctrica.   O materiales magnéticos que permitan hacer sensores baratos para detectar el cancer, o explosivos, o comida en mal estado...

 Pero además de su indudable utilidad, la aventura de los físicos de la materia condensada no está desprovista, ni mucho menos, del glamour y la elegancia matemática de la que están enamorados  los físicos de partículas.  La mecánica cuántica hace de las suyas en la punta de tu lápiz, donde el grafeno obliga a los electrones a comportarse como lo harían los neutrinos en un universo bidimensional.  Y si enfriamos a 4 grados sobre el cero absoluto un circuito no demasiado diferente a los transistores de Bardeen, hecho del mismo material que usan los fotodetectores de tu cámara de fotos,  los electrones se parten en 3, dando lugar a partículas de carga eléctrica un tercio, como los quarks dentro de los núcleos.

Si tuviéramos que dedicar el 75 por ciento de los recursos a la física de los hombres que se hacen preguntas en torno a una hoguera, o a la física de la materia condensada, ¿usted qué haría?.  Otro día hablamos de esto, porque la pregunta no es retórica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario