domingo, 16 de febrero de 2014

El ranking de Shangai y las lentejitas de mamá.


El ranking de Shangai  publica todos los años su lista con las mejores universidades del mundo, de acuerdo con su calidad investigadora. Sistemáticamente las universidades españolas quedan fatal,  ninguna entre las 150 primeras.   O sea, que la investigación universitaria es a España lo que los deportes de invierno a Jamaica.  El asunto  se menciona a veces en los medios, cuando queda un hueco entre  los goles,   la vida disipada de las ex-novias de los toreros  y el legado de desmanes y despilfarro de la casta política.   La cuestión que quiero abordar hoy es por qué el concepto de ranking de universidades  es  irrelevante en España, y cómo esto es un problema grave en la formación nuestros universitarios. 

El asunto es sencillo: el prestigio de las universidades españolas es  irrelevante porque la mayoría de ellas tienen el monopolio sobre su clientela.  Esto  es así porque la gente estudia en la Universidad que le queda más a mano.  Por eso, si la Universidad de Murcia, por decir algo, fichase a 4 premios Nobel  y subiera al top 50 en el ranking,  sus ingresos serían básicamente los mismos: la parte del león de la financiación viene de la dotación presupuestaria del presupuesto autónomo, que a su vez se determina en gran medida a través del número de alumnos.   Y aquí está  el quid de la cuestión. Por motivos económicos, pero también culturales y sociológicos, el españolito no se aleja de las lentejas de su mamá para ir a estudiar a otro sitio, así le pongan 12 premios Nobel en el plato. 

Por tanto, aquí el asunto de los Rankings no importa, porque no hay competencia.  A muchos les horroriza el asunto de la competencia porque consideran que hay algo pecaminoso en el concepto de mercadear y lucrarse con cosas tan importantes como la salud y la educación.  Mi objeción a esa postura es un clásico: ¿por qué habría de ser más importante la educación universitaria que la comida, cuya distribución está sujeta a las feroces reglas del capitalismo?.   Sin necesidad de salirse de un modelo de educación perfectamente subvencionado,  creo que estaría bien empezar a darle la subvención al estudiante, en lugar de a la Universidad, y comenzar a incentivar una sana competencia que termine por muscular nuestro sistema universitario.    

Termino con mi cuota de psicología barata y provocación blogger : ¿cómo diablos vamos a formar líderes y emprendedores, si tenemos a los jóvenes adocenados, viviendo en casa de mamá, aguantando una educación superior "de garrafón",  con clases impartidas por un profesorado mediocre?.  De nuestras universidades monopolísticas salen los chavales con ganas de ser funcionarios y pagar una hipoteca. De Stanford salen con ganas de comerse el mundo, que para eso han invertido un dineral en la matrícula.   

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