miércoles, 10 de abril de 2013

Invertir en carbón o invertir en carbono

La minería del carbón en España es una actividad ruinosa  que sobrevive exclusivamente por las copiosas subvenciones públicas.  El carbón, que tan caro nos cuesta, se dedica fundamentalmente a la producción de energía térmica,  es decir, se quema para producir electricidad, lo cuál redunda en problemas medioambientales, en especial la  emisión de gases de efecto invernadero.  Además,  el trabajo de los mineros es notoriamente peligroso y son frecuentes los accidentes laborales con resultado de muerte.   A esta actividad  riunosa, tóxica y peligrosa para los trabajadores,  España viene destinando ayudas públicas por valor de más de 320 millones de euros, tal y como se refleja en el Plan Nacional del Carbón 206-2012 .  Este plan es el último, de momento, en una saga que se remonta a los años 80, cuando  había 40 mil mineros. Ahora hay 9 mil. 

 En esta política no estamos solos.  El montante de ayudas al sector hullero en países de la Unión Europea subvencionó ascendió a más de 6000  millones  en 2003 y 2900 millones en 2008. La Unión Europea ha fijado el 2018 como la fecha de caducidad a las ayudas al carbón. Uno se pregunta por qué invertimos, europeos y españoles,  esta cantidad alucinante de dinero en algo ruinoso, tóxico y peligroso en lugar de invertirlo, por ejemplo,  en investigar en fusión, una fuente de energía limpia e inagotable, que consiste en reproducir en un reactor en la tierra las mismas condiciones que se dan en el sol para producir energía.  El coste de la  construcción del ITER, reactor experimental de fusión,  ronda los 15.000 millones de euros, y los gastos de funcionamiento para la duración total del proyecto, los 6000 millones.  La UE pagaría el 38% de todo esto, ya que el ITER es un proyecto conjunto con Japón, USA y Rusia.  Es decir, con lo que gastamos en 2003 en la UE en ayudas al carbón podríamos financiar nuestra parte del ITER, que tiene una probabilidad decente de ser la solución definitiva al problema de abastecimiento energético de la humanidad. 

Afortunadamente, la UE ha apostado también en otro tipo de inversión en carbón, o mejor dicho  en carbono, el átomo con el que está hecho el carbón.  Hace unos meses  la UE decidió apostar por el grafeno en su programa de "buques insignia" (flagships). Así, el programa "Graphene Flagship",  destinará   durante una década 100 millones de euros al año, para toda la UE,  para investigación en grafeno, una variedad de material estríctamente bidimensional hecho íntegramente de átomos de carbono con la que se consiguió en 2005 hacer dispositivos electrónicos que podrían mejorar los que funcionan ahora en nuestros ordenadores, basados en Silicio. Europa tiene una posibilidad decente de liderar esta revolución tecnológica, con el consiguiente beneficio económico.    Otro día hablaré del grafeno, el primer cristal auténticamente bidimensional,  y de sus primos, los dicalcogenuros.   Para hacer boca, recomiendo este divertido video promovido por la graphene flagship.

2 comentarios:

  1. ¡Como os gusta exagerar las cosas! el grafeno puede ser muy finito pero no es estrictamente bidimensional.

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  2. Touché. El grafeno está hecho de un único plano atómico. En la medida en la que los átomos tienen un tamaño finito el grafeno no es estríctamente bidimensional.

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