martes, 22 de enero de 2013

La gran cuestión


El blog parte de una constatación: tengo un ordenador hecho en China y diseñado en California, igual que mi reproductor de MP3. Tengo una televisión japonesa, un DVD holandés, una nevera coreana, una lavadora alemana, un coche francés y otro japonés,  un equipo de música japonés, un móvil finlandés.    Mi máquina de hacer café es alemana, y el café viene en unas capsulitas diseñadas por una multinacional suiza. La tostadora es made in China y la licuadora es alemana.   De hecho, todo esto es una simplificación, porque realmente casi todos estos equipos tiene en su interior no menos de 10, y en algunos casos más de 10 mil, componentes, cada uno de los cuáles tiene una patente detrás, un equipo de ingenieros, y en su mayoría aplastante, se trata de tecnología  fabricada fuera de España, y no precisamente en Latinoamerica.  

Por supuesto, cualquiera que haga el mismo repaso llegará a un resultado parecido.  Y el problema no se limita al hardware.   Mi buscador de internet favorito, mi traductor automático, mi proveedor de mapas on-line,  mi lector de correos electrónicos, y  mi proveedor de libros habitual son sendas empresar norteamericanas.  El antivirus más popular es ruso.  Mi editor de textos, hoja de cálculo y programa de edición de presentaciones, son cosa de la empresa del señor Gates. 

Los ordenadores,  internet y la telefonía móvil han mejorado la vida de millones de personas de manera radical, como antes lo hicieron la imprenta, la radio, la penicilina, el automóvil, la televisión y el microondas .  Como resultado de esto, las empresas que han inventado y comercializado estas tecnologías se han enriquecido de manera espectacular.   En mi país hay un 25% de desempleo, y una crisis gravísima.  Si pudieramos participar un poco más en el gigantesco negocio de las tecnologías las cosas nos irían mejor. Pero no se trata únicamente de una cuestión económica. Se trata de formar parte de una fascinante aventura que vamos a vivir en los próximos años y que va a ayudar a solucionar los problemas acuciantes con los que se enfrenta la humanidad. 

La gran cuestión es por qué nosotros, España y nuestros países hermanos, nos  estamos quedando fuera de todo esto.  Por supuesto, yo no tengo una respuesta para esta pregunta, y probablemente la respuesta no quepa ni en una entrada de un blog, ni en un libro de 500 páginas.  Lo que intentaré hacer aquí es  reflexionar sobre preguntas tan fascinantes como difíciles que tienen que ver con la relación entre ciencia, tecnología e innovación.   

¿Cómo ha conseguido Corea pasar en 30 años de un estado de miseria y destrucción a ser uno de los principales exportadores de tecnología? ¿Por qué Israel es el tercer país con más empresas tecnológicas cotizando en el Nasdaq? ¿Por qué MIT tiene más impacto que todas las Universidades españolas juntas? ¿Por qué el I+D español no produce más tecnología y más premios Nobel?.  ¿Qué podemos hacer los científicos para mejorar esto?. ¿Y los políticos? ¿Y los tecnólogos?.  ¿Cuáles serán las próximas revoluciones tecnológicas?. ¿Podremos surfear en esa ola, o estamos condenados a ver el espectáculo desde la orilla?.  Ya me gustaría tener respuestas.   




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