Por los mismos pasillos de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) en los que esta semana decenas de jóvenes, ocultando su rostro, gritaban insultos y consignas contra González y Cebrián, tuvo necesariamente que caminar hace ya 20 años un tipo con una pistola, subir hasta el despacho de Francisco Tomás y Valiente, que desarmado e indefenso estaba hablando por teléfono con un colega. El asesino le descerrajó dos tiros por la espalda, a sangre fría, acabando así con la vida del catedrático en la misma Facultad en la que algunos de los participantes del escrache portaban pancartas a favor de los terroristas de ETA y llamaban asesinos a González y Cebrián. La sala en la que iban a dar su conferencia lleva el nombre de Francisco Tomás y Valiente. A no ser que estén enfermos de una maldad que me cuesta concebir, quiero pensar que la inmensa mayoría de los manifestantes no tienen ni puñetera idea de quien era Tomás y Valiente, y de qué ocurrió en esos mismos pasillos el 14 de Febrero de 1996.
Desgraciadamente, estos incidentes no son algo nuevo. Hace 22 o 23 años, un par de años antes de que asesinaran a Tomás y Valiente, asociaciones de estudiantes "progresistas" organizaron un acto invitando a participar a Herri Batasuna en la UAM. Fue en esa época cuando estudiantes "de derechas" le montaron una sonora pitada a Felipe González en un acto, también en la UAM. Pero la UAM no tiene el patrimonio de los escraches ni los jaleos. En 2010, fue en la Universidad Complutense de Madrid donde le intentaron reventar un acto a Rosa Diez, y en primera fila, con una mirada y una actitud que los lectores de este blog sabrán juzgar, se encontraba el que ahora es un conocidísimo líder político. A la misma Rosa Díez también le dijeron de todo, y lanzaron hasta piedras en la Universidad Autónoma de Barcelona. Las mismas caretas que portaban los acosadores de esta semana en la Autónoma las vi yo mismo, hace 10 años, en un acto de protesta de unos 20 encapuchados contra la visita del presidente de la comunidad autónoma vasca, Ibarreche, hace 10 años, en la Universidad del Pais Vasco. Y en Febrero de 2015 tuvimos que saltar una valla, mi visitante de un Max Planck Institute y yo, para poder entrar a la Universidad de Alicante, bloqueada un día entero, impidiendo el acceso a sus tres mil trabajadores y 25 mil estudiantes, por un grupo de menos de 100 estudiantes, en un día de huelga.
Estos eventos son las erupciones puntuales de un volcán cuyo magma es, casi siempre, una amalgama ideológica que combina el anti-capitalismo, la anti-globalización, la simpatía por el régimen cubano, por el Che, por el pueblo palestino, y por otras causas siempre lejanas y un temor absolutamente infundado contra la privatización de la Universidad y la "defensa de la Universidad pública" que casi nunca incluye el elogio del estudio, el esfuerzo y la meritocracia. Tiene ironía y cierta gracia que lo de antiglobalización te lo espeten desde un móvil coreano con chips fabricados en Taiwan, en una red social programada en California, sentados en un restaurante chino, vistiendo ropa hecha en Bangladesh, con unas gafas diseñadas en Italia, mientras intercambian mensajes con software ruso sobre el último comic japonés, escuchando música inglesa. Lo que también es irónico, pero nada gracioso, es que siguiendo el manual del perfecto fascista, insulten en grupo con esa palabra, fascista, a González y Cebrián, que por muy lobbystas enriquecidos que puedan ser, han escrito la brillante historia de éxito que convierte la triste España de 1975 en un país democrático, moderno, plural, e integrado en Europa, un par de décadas más tarde.
Por supuesto, la pasividad, tornada a veces en complicidad, de las autoridades académicas ante la presencia notoria de estos grupos y su discurso radical en la Universidad, tiene mucho que ver con todos estos incidentes. Las Universidades en España han demostrado su eficacia a la hora de producir tipos desaliñados hablando contra el capital y montando escraches, pero desgraciadamente, no producimos Premios Nobel, Zuckelbergs, Googles. No estaría mal que produjésemos más scratch, la aplicación de MIT para que los niños programen ordenadores, y menos escraches.
No creo que sea malo solidarizarse con la causa palestina.
ResponderEliminarNo podemos equiparar la causa palestina con la ETA, aún cuando en ocasiones hay actos censurables en la causa palestina.
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