domingo, 2 de marzo de 2014

Cosechando el talento que tanto costó sembrar

 
El debate sobre el Estado de la nación nos ha dejado unas cuántas  consignas de muy bajo vuelo intelectual.   Los medios afines  dicen que el debate "lo han ganado" los suyos.   Esta concepción de un debate como un partido de fútbol en el que el resultado se elige por encuesta telefónica retrata el sectarismo de la opinión pública y su falta de apego por el molesto hábito de pensar.  Todavía recuerdo el debate  que en 2008  ganó Solbes a Pizarro,  negando la inminencia de una crisis económica, con aquel  parche en el ojo y menos mal que no se puso un loro en el hombro y una pata de palo.   De aquellos polvos, estos lodos.

El estado de la nación viene a ser el siguiente: tenemos 5 o 6  millones de parados,  más de un 50 por ciento de desempleo juvenil,  el estado, las empresas y las familias endeudadas, el consumo deprimido. El futuro no pinta mejor: la población envejece, el sistema de pensiones tiene aspecto de timo piramidal, y de vez en cuando unos tipos muy serios, por lo general centroeuropeos, dicen que nuestra solución es bajar los sueldos. Y para arreglarlo, los ciudadanos dicen desconfiar de su clase política, desconfianza que olvidan cuando vienen las elecciones.

La alternativa a convertirnos  en un país con mano de obra todavía más barata,  desempleo endémico, pensiones menguantes, y una casta política que vive a todo trapo,  es mejorar nuestra productividad, es decir, conseguir que nuestro trabajo genere productos de gran valor añadido. La hora de trabajo de los programadores de whatsapp, una aplicación para enviar mensajes por el móvil que usamos 450 millones de usuarios cada mes,  genera más rédito que la de un bedel a la puerta de una facultad o la de un camarero tirando cañas.   Si fuera España, y no California,  la sede de Google, Apple, Facebook, Hollywood, Stanford y Berkeley, tengo para mi que tendríamos otro tipo de problemas.

¿Podemos hacer algo para imitar a California?.   Yo desde aquí quiero proponer mi pequeño granito de arena, desde el mundo académico.  Quiero lanzar una llamada de socorro a nuestros políticos, y también a nuestros empresarios, para que eviten que echemos a perder la cosecha de talento académico que sembramos a finales de los 70 y comienzos de los 80, cuando nació la generación que corre el riesgo de irse al garete tras haber invertido tanto en ellos.  Rondan los 35 años.  Son doctores, lo cuál les mete en ese pequeño 0.3 por ciento de la población. Pero no son doctores cualquiera. Muchos publican en Nature, algunos colaboran con premios Nobel,  todos  ha trabajado con éxito en centros de investigación punteros en el extranjero y tienen una trayectoria académica que  el 90 por ciento de los catedráticos que tienen 20 años más  no llegarán nunca a alcanzar.

Únicamente en mi ámbito académico, la Física de la Materia Condensada, conozco personalmente a 7 u 8 colegas, y por nombre a muchos más,  que encajan en ese perfil.  Se podría hacer con ellos el mejor departamento de España en nuestro campo, uno de renombre internacional. Estoy seguro que ocurre lo mismo en varias disciplinas más, con lo que  se podría hacer con esta generación una universidad entera, la primera en España,  que sea excelente de verdad, y no porque el gobierno se invente un programa con ese nombre.

 Si alguien no lo remedia,  no nos vamos a poder aprovechar del talento y el esfuerzo de esta gente brillante,   porque los políticos han decidido recortar, en lugar de reformar.   Mientras las grandes empresas se han dedicado a rejuvenecer sus plantillas,  no solo para abaratar mano de obra, sino por la  infinita superioridad de las nuevas generaciones en el uso de nuevas tecnologías,  el CSIC y las Universidades envejecen.    Señores políticos, señores banqueros,  señores empresarios del IBEX 35, ahí tienen ustedes una oportunidad de hacer algo realmente útil por este país, y lograr así cosechar el talento que tanto dinero de todos costó sembrar.



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